Señor Director:
La delegación cubana a los resientes Juegos Panamericanos que acaban de realizarse en Chile, ha reconocido la deserción de unos cuantos participantes en diversas disciplinas. Se han dado diversos números que van de 12 a 21, independientemente de la cifra el hecho se inscribe en una constante que registra más de 800 deserciones en los últimos 10 años. Sin duda, duros golpes para quienes insisten en mostrar a la isla como el mejor “modelo” para el progreso en América Latina. Como en todas las dictaduras “populares” el deporte ha sido un instrumento del Estado utilizado con fuertes recursos para lucirse en eventos internacionales y mostrar los efectos sociales y culturales del modelo.
Sin embargo, los hechos son porfiados: millones de cubanos viven y progresan en el exilio mientras la mayoría sobrevive en la miseria como consecuencia del colapso total de una economía que sólo vive del turismo y las remesas que llegan del exterior de los exiliados y la prostitución. Imposible ocultar el fracaso que se manifiesta ruidosamente a pesar de la violencia policial. Miles sufren en las cárceles largos castigos ordenados en procesos absolutamente viciados. Desde luego que las voces que en Chile declaran que no habrá “olvido ni perdón” por la violación de los derechos humanos, lucen en discreto encanto de la complicidad. La ministro del interior, no se entera de lo que todo el mundo sabe que pasa en Cuba y dice que los deportistas desertores seguramente quieren “hacer turismo en Chile”.
Chile debe dar asilo a estos jóvenes deportistas y haría bien contratarlos para que enseñen su oficio a los jóvenes chilenos. Hay que recibirlos y ayudarlos, somos el “asilo contra la opresión”, algo bien distinto que la puerta abierta para el crimen organizado y la inmigración ilegal.
Alejandro Witker
Historiador
