En varias oportunidades nos hemos referido al deporte como un vehículo ideal para la transmisión de valores, pero también es extraordinario su aporte a la salud, tanto física como espiritual. La primera alude a una mejora general en el organismo, en tanto la segunda se vincula con su inmensa capacidad para irradiar optimismo, alegría de vivir, y otorgarle sentido a la vida.
Diversos trabajos realizados en los Estados Unidos y en los países escandinavos demuestran que las personas activas viven más que las de hábitos sedentarios. Justamente por eso, la Organización Mundial de la Salud recomienda hacer al menos 150 minutos de ejercicio moderado a la semana, si se quiere mantener una condición saludable.
En el contexto chileno las cifras son bastante preocupantes. De acuerdo a un reciente estudio global de Ipsos, Chile es el cuarto, de un total de 29 países, que menos horas de actividad física realiza a la semana (3,7 horas), estando por debajo del promedio mundial (6,1 horas) y sólo superando a Italia, Japón y Brasil.
Un punto clave dentro de estos resultados son las razones para adoptar una vida sedentaria. Según el informe de Ipsos, el 46% de los chilenos alude a la falta de tiempo, motivo que supera ampliamente a otros como las pocas instalaciones en la zona donde vive (21%), la escasez de dinero (14%), o el no tener conocidos con los cuales compartir momentos deportivos (11%).
Otro dato, revelador y preocupante, lo aporta la obesidad infanto-juvenil. En Chile, según la OMS, el 14% de los adolescentes vivía con obesidad en 2016, y se prevé que estas cifras aumentarán a 17% para 2030, lo que es un gran problema, pues la trayectoria de la adolescencia con sobrepeso desemboca en adultos con la misma condición.
Hace exactamente 5 años que el deporte alcanzó rango ministerial, sin embargo, aún no existe una política pública suficientemente conectada con objetivos sanitarios. O dicho de otra forma, una política de Estado, independiente de quien gobierne, que combine objetivos sanitarios y una estrategia para masificar la práctica deportiva. Pareciera que se sigue confundiendo el derecho deportivo, que es el conjunto de normas y reglas que rige la actividad deportiva, con el derecho al deporte, que es la legítima facultad del ciudadano de acceder a la práctica del deporte. También se ha confundido una política deportiva con un plan de construcciones, actividades y financiamientos para “sacar campeones”.
La transformación que el deporte provoca en la calidad de vida de una sociedad es tan impactante que la Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que por cada dólar que se invierte en deporte se ahorran tres en salud. Lamentablemente, como país, no hemos comprendido la importancia mayúscula que tiene, ni la formidable inversión que representa y que recupera de distintas maneras. El día que lo hagamos, se empezará a gestar una verdadera transformación.