Señor Director:
Por estos días se discute en el Congreso un proyecto de ley del gobierno que busca postergar el aumento de exigencias para estudiar pedagogías ante la dramática disminución de matriculados en estas carreras, caída que según un estudio de Elige Educar podría significar que en 2025 falten más de 32 mil docentes en el sistema educativo chileno.
El escenario era predecible. La Ley de Desarrollo Profesional Docente de 2016 estableció como requisito de ingreso a las pedagogías un piso mínimo de 500 puntos en la PSU -o actual Prueba de Transición Universitaria-, fijó para 2023 un aumento a 530 puntos, y para 2025 exige al menos 560 puntos. ¿Para qué? Supuestamente, para que se titularan mejores profesores. Pero ese no era el camino, ya que nadie puede asegurar que un joven con un muy buen puntaje necesariamente se convertirá en un buen profesor.
Esta forma de implementar políticas públicas por iluminación y sin rigor metodológico lo que ha producido es discriminar a jóvenes que no tuvieron una adecuada transmisión de los conocimientos curriculares en sus colegios para tener mayor puntaje, pero que podrían tener una profunda vocación pedagógica. Sabemos lo deteriorada que se encuentra la educación pública en Chile y por eso los mejores puntajes son de colegios particulares.
Con esta ley, si Gabriela Mistral quisiera estudiar para ser maestra hoy le sería muy difícil o no podría. La Premio Nobel ya a los 15 años era ayudante en la Escuela de la Compañía Baja y cuatro años más tarde, maestra en La Cantera. Tiempo después sacó su título en la Escuela Normal de Preceptores. ¿Qué la distinguía? El amor por enseñar, que no lo consigue un puntaje.
Rafael Rosell Aiquel
Rector Universidad Pedro de Valdivia