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Señor Director:
A sólo días de que el mundo católico conmemore una nueva semana santa, bien vale reflexionar en torno al sacrificio que Jesús hizo por la humanidad.
Porque no hablamos de un simple ayuno, dejar de comprar algo, ir a misa los domingos o hacer una manda. Hablamos de que Jesús fue flagelado físicamente, humillado, torturado, mancillado, traicionado, vulnerado y crucificado por esa misma humanidad a la cual le entregó su vida y amor.
En sus enseñanzas rescatamos cuestiones tan valiosas como el amor al prójimo, la solidaridad, la probidad, la ética, la humildad, el perdón, la generosidad y la ayuda desinteresada a quienes más lo necesitan, sin avaricia ni codicia. En simple, actuar en consecuencia.
Si observamos no sólo Chile, sino el mundo, bien podemos pensar que su sacrificio no valió el sufrimiento, que la humanidad no entendió nada y que cuando lo hagan quizás sea muy tarde. Esto es muy similar a lo que ocurrió una vez que Jesús murió en la cruz. Recién ahí, en ese momento, la humanidad comenzó a creer, pero ya era tarde. Quizás sea un buen momento para tener este sacrificio presente, enmendar el camino y trabajar por una sociedad y mundo mejor para que así, de una buena vez, el sacrificio de Jesús no sea en vano. Porque por muy malagradecida que la humanidad sea, él nos sigue amando.
Rodrigo Durán Guzmán