De profundis
Share This Article
Señor Director:
El viejo “Gabo”, más conocido como Gabriel García Márquez, premio Nobel de Literatura y creador del llamado Realismo Mágico, entre otras cosas menores; confesaba que la ventaja de llegar a viejo – si es que tiene alguna digo yo – es que uno es libre para no tratar de caerle bien a nadie. Sobre la base de esa buena nueva, me permito pensar “libremente” sobre el “Caso Monsalve”, que inunda hasta la insanidad los noticiarios.
¿Qué será de Manuel? Me pregunto escondido tras la decrepitud liberadora. “Puedo resistir todo, excepto la tentación” confesaba por su parte Oscar, el eximio escritor inglés, propietario de la elegancia y la distinción. “Se alimenta el Amor de la imaginación merced a la cual rebasa a nuestra razón a nuestra sabiduría, a nuestra bondad, a nuestro sentimiento, a nuestra nobleza, a nuestra propia vida…” precisa el vate, solo y encadenado, en su carta a su amor tan juzgado y condenado como él mismo.
¿Qué será de Manuel? El muchachito humilde y estudioso que un día decidió ser médico para ayudar a la gente de su pueblo triste y luego, impulsado por esa misma fuerza de servicio que conozco bien, llega al Parlamento para crear leyes que le alivianen la carga de los más débiles y luego a los Ministerios del poder para combatir el delito y el crimen. Tal vez hoy como Wilde, analizando la tragedia de su vida, recuerde los versos de Wordsworth “Siempre es lúgubre y triste el Sufrimiento, porque de lo infinito posee el carácter”
Alguien podrá criticar el por qué no cite el dolor de víctima; pues, porque lo creo del todo innecesario; nadie que en su sano juicio esté podría estar en su contra. “El dolor es lo más sensible que existe en el mundo. No hay nada en el mundo espiritual a que el Dolor no consiga alcanzar, con su pulsación sutilísima y pavorosa”.
En fin, amable lectora o lector, en la ciudad de Chillán, frisando los 15 lustros y plenamente consciente de mis actos.
Miguel Gaete de la Fuente