Pese a que el aislamiento social es por ahora la principal herramienta para prevenir el avance del coronavirus y evitar una catástrofe sanitaria similar a la que afecta a Italia y España, los casi 200 detenidos que ha habido en la región por incumplir el toque de queda e irrespetar la cuarentena que impone la autoridad sanitaria nos muestran que en Ñuble somos renuentes a acatar las disposiciones, aun frente a una situación de extrema vulnerabilidad como la que vivimos.
Se trata de una combinación peligrosa que puede costar muchas vidas: somos la región que tiene la tasa más alta de contagios a nivel nacional por cada 100 mil habitantes y también tenemos el primer lugar del país de detenidos por incumplimiento del toque de queda y transgresiones del cordón sanitario.
Es cierto que durante los últimos días se han notado progresos, pero claramente no son suficientes. La cuarentena obligatoria que comenzó anoche y considera severas restricciones a la movilidad y actividades productivas y comerciales, es una respuesta a la velocidad de propagación de la enfermedad, pero también a nuestra incapacidad de cumplir el aislamiento social preventivo que ha sido promovido no solo por las autoridades políticas sino también, y de manera especial, por numerosos expertos en epidemiología.
Se trata de un ejercicio de conciencia en un tiempo de excepciones que jamás imaginamos vivir. También de un gesto de dignidad hacia los miles de chillanejos y chillanejas que han comprendido la gravedad de la situación y cumplen con la obligación trasformada en eslogan: “Quédate en casa”.
“Nadie puede moverse de su casa, es hora de que comprendamos que estamos cuidando la salud de los chillanejos”, afirmaba con énfasis el Intendente Martín Arrau, tras el anuncio de la cuarentena total para la intercomuna. Sin embargo, horas después fuimos testigos de aglomeraciones de personas que se volcaron sin los más mínimos recaudos sanitarios a farmacias y supermercados, atemorizados por el desabastecimiento sin darse cuenta de que lo provocan ellos mismos, ignorantes también de que el nuevo régimen de confinamiento social considera horarios y ordenamientos que no justifican los desbordes y la falta de cuidados.
Quién puede negar que transitamos un problema complejo y en no pocos casos traumático en los hogares por un aislamiento al que no estamos acostumbrados. Pero, vale insistir, es la principal receta que tenemos por ahora a mano para enfrentar la fase más crítica que se espera de una pandemia que podría colapsar nuestro sistema de salud y causar muertes y miles de enfermos con un panorama oscuro acerca de su recuperación.
Esto es un llamado a que nos demostremos a cada uno de nosotros y a la sociedad misma nuestra capacidad de unirnos y cuidarnos individual y colectivamente.