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Cuarentena para rato

Cristian Cáceres

Como balde de agua fría cayó en muchos sectores el anuncio de una nueva cuarentena estricta para Chillán y Chillán Viejo. Eso fue hace dos semanas, cuando creíamos que íbamos a ingresar a una nueva etapa del Plan Paso a Paso, a la Fase 4, donde hay protocolos para la normalización de prácticamente todos los sectores y servicios. Tal percepción se vio reforzada con mensajes sobre la reactivación económica que todos venían (y vienen) reclamando.

Sin embargo, en vez de avanzar, retrocedimos; y seguimos haciéndolo. Ayer se notificaron 645 casos activos y tres nuevos fallecidos, en un escenario que a diferencia de la primera cuarentena, muestra una alta concentración del virus en el territorio y por ende, mayores posibilidades de propagación. De hecho, expertos consultados por La Discusión, e incluso la misma autoridad sanitaria, coinciden en que este confinamiento será más prolongado que el anterior.

La pregunta que ha surgido desde distintos sectores es si las cuarentenas han mostrado realmente su eficacia, o si se trata de una medida extrema que pretende mantener a la gente aislada –incluyendo a los no contagiados– a costa de la supervivencia de distintas actividades económicas y de otros tantos efectos colaterales cada vez más serios, comenzando por la salud mental de las personas.

De ahí que desde las universidades que integran la plataforma Icovid (U. de Chile, PUC y UdeC), las sociedades científicas y el Colegio Médico se plantee la necesidad de mejorar la órbita del rastreo y los cercos epidemiológicos que faciliten la detección y el control del virus, aprovechando la vasta información que se tiene para puntualizar focos y posibles brotes. Conformarse con un indicador que solo se refiere a la identificación de contactos, sin ponderar el tiempo entre la toma de exámenes y la notificación, parece no ser el camino adecuado para identificar y aislar eficientemente los casos de coronavirus.

Esta segunda cuarentena está empezando a generar fatiga e indisciplina entre los chillanejos y chillanvejanos, desencanto entre quienes empezaban a sacar la cabeza en medio de la crisis económica e incertidumbre entre aquellos que veían que, aun a media marcha, era posible sobrevivir.

Pero la única certeza hasta el momento es que sin vacuna a la vista, la alternativa sigue siendo el autocuidado y el acatamiento de las disposiciones de las autoridades. No sería justo afirmar que el Gobierno no está empeñado en afrontar de la mejor manera la crisis sanitaria. Pero es necesario que afine mejor sus mensajes para no generar una confusión -como ocurrió con el plan “Fondéate en casa”- que mina su credibilidad en momentos en los que un liderazgo sólido es absolutamente vital.

La cuarentena de la intercomuna Chillán-Chillán Viejo no terminará pasadas las Fiestas Patrias. Ese es el escenario que se avecina para la ciudad, que seguirá pagando un altísimo costo por la pandemia mientras cada uno de sus habitantes no entienda que ha llegado la hora de la solidaridad y de la cooperación, de revisar prioridades y prácticas, para adaptarnos a un virus disruptivo que amenaza la vida de muchos y el bienestar social de todos y todas.

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