En relación al retorno de los escolares a clases presenciales, algunos sostenedores educacionales han mencionado que ello no sería deseable debido a la inseguridad sanitaria, situación que estiman, podría mantenerse todo el año. En cambio, otros actores públicos apuntan a que es importante que regresen pronto a las aulas porque así los estudiantes retomarían sus aprendizajes y no perderían el año académico.
Con todo, esta controvertida y binaria discusión se ha establecido primordialmente en un nivel político, descuidando tópicos pedagógicos muy significativos de los niños y jóvenes. Una de esas materias que este debate no ha considerado en la dimensión que requiere, es el aspecto psicosocial, que en mi opinión, es fundamental al menos con referencia a los escolares desde quinto básico.
En efecto, tal como ha puesto de relieve la investigación The effects of social deprivation on adolescent development and mental health, recientemente publicada en la revista Lancet Child and Adolescent Health, los jóvenes mayores a diez años se encuentran en una etapa fundamental de desarrollo, en la que tiene gran valoración, implicancia y significación, la relación entre pares. El artículo escrito por Amy Orben, Livia Tomova y Sarah-Jayne Blakemore subraya que la adolescencia es un período de la vida, caracterizado por una mayor sensibilidad a los estímulos sociales, en el que los escolares experimentan una mayor necesidad de interacción con sus compañeros: en comparación con los niños menores de diez años, los adolescentes pasan más tiempo con sus compañeros que con su familia y también forman relaciones más complejas con sus pares. Asimismo, explican que obtener la aprobación social de los compañeros es una motivación vital muy importante para este grupo etario (los adolescentes serían más sensibles a la aceptación, el rechazo y la aprobación de los pares que los niños o los adultos).
Más aún, el trabajo de Orben, Tomova y Blakemore especifica que la adolescencia puede considerarse un período sensible que podría afectar en parte, al desarrollo del cerebro social (áreas del cerebro involucradas en la percepción social y la cognición que nos permite comprender a los demás). Igualmente, los investigadores destacan que los adolescentes con relaciones de alta calidad con sus compañeros se protegerían de mejor forma contra los problemas de salud mental, lo cual es muy relevante si se tiene presente que el 75% de los adultos que alguna vez han tenido una afección de salud mental, experimentan síntomas por primera vez antes de los veinticuatro años.
Estas características o atributos de naturaleza psicosocial junto a los aspectos de tipo emocional, no pueden ser ignorados en los análisis y planificaciones que están haciendo los responsables de las diversas unidades educativas. Muy por el contrario, ellos tendrían que tener en cuenta que cuando los adolescentes puedan volver a sus colegios, no solo se los conduzca a abordar el curriculum, sino que es importante que les proporcionen todas las instancias que sea posible para que puedan fortalecer los vínculos entre pares.