El goleador de Ñublense es un volante mixto. Sí, un volante que recorre metros, se desdobla y ha llegado a terminar jugadas, a patear penales, a presionar a los porteros y anotar con remates de distancia.
Federico Mateos, mediocampista argentino, es el máximo artillero del Rojo con 5 goles.
Pero…¿qué pasa con los atacantes del equipo, llamados a ser los principales referentes de finiquito en el Rojo de Jaime García?
Lamentablemente, les cuesta llegar al gol y no están atravesando un gran momento. Ñublense, en la actualidad, no cuenta con un artillero de fuste, calidad y jerarquía que tenga contundencia para anotar en el arco rival.
David Escalante, entrega lucha, pivoteo y garra, pero cuando ha tenido opciones, no ha podido finiquitar.
Sebastián Pérez, regala potencia y sacrificio, pero a ratos se va del partido, le cuesta entrar en el tejido ofensivo y sufre por eso. Mario Briceño, en tanto, aporta velocidad, partidos en los que es factor encarando y desdoblando y otros en los que desaparece y además no es un goleador.
En la banca tampoco está la solución. Cristián Bustamante dejó a Escalante en la banca, pero se notó que quizás no se le puede endosar ese rol. Sebastián Romero, proveniente de Cobreloa, con escasa presencia este año, es un puntero, pero no un “pepero”. Desde la partida de Mathías Pinto, Ñublense jamás trajo un atacante de esa cuerda. El “distinto” en los últimos metros con capacidad goleadora. Muchos de los rivales de Ñublense lo tienen. Lo demostró Melipilla con Sosa y también lo tienen otros elencos que arriba tienen soluciones para llegar al gol.
Jaime García tendrá que adaptarse a las variantes ofensivas que tiene o pujar por un goleador que llegue a solucionar un problema que puede pesar.