Señor Director: La rebelión social -mal llamada estallido- que tuvo su máxima expresión el 18 de octubre del año pasado y continuó los meses siguientes, luego del cuestionado manejo del gobierno y la forma en que enfrentó -y enfrenta- la crisis sanitaria por la pandemia del covid-19, ha puesto al desnudo, en toda su magnitud, el fracaso rotundo del modelo económico neoliberal impuesto en dictadura a sangre y fuego.
Los sempiternos defensores de este fundamentalismo económico -que de libre mercado no tiene absolutamente nada, porque imperan los monopolios- tratan de explicar lo inexplicable, ante la debacle social política y económica que atraviesa nuestro país. A través de estos treinta años desde el advenimiento de la “democracia”, estos seres celestiales del limbo del modelo del despojo, han ido demostrando un falso e hipócrita talante humanista. Señalan que el modelo es bueno, pero hay que corregirlo; otros, van más allá y agregan que hay que darle rostro “humano”. Esto es tan absurdo, que equivaldría a darle desarrollo sustentable a la bomba atómica.
Eduardo Villegas T