Skip to content Skip to sidebar Skip to footer

Crisis moral

Señor Director:

En Chile no solo enfrentamos una crisis política, económica o de seguridad. Vivimos algo más profundo y silencioso: una crisis moral. Se ha ido normalizando la mediocridad, relativizando la ética y debilitando la probidad como principios orientadores de la vida pública y privada.

Hoy, el incumplimiento rara vez tiene consecuencias, la incompetencia se justifica y la falta de transparencia se diluye en explicaciones técnicas o empates morales. La corrupción ya no escandaliza; se comenta con resignación. El mérito genera sospecha y la responsabilidad parece opcional. Cuando todo se justifica, nada importa realmente.

Esta crisis no se resuelve con consignas ni con indignación episódica. Requiere decisiones estructurales: estándares éticos claros, sanciones efectivas, instituciones fortalecidas y liderazgos coherentes que entiendan que el ejemplo no es un gesto simbólico, sino una obligación pública. También exige una ciudadanía consciente de que la ética no comienza en el Estado, sino en la conducta cotidiana.

Recuperar la confianza y el sentido de lo común implica volver a trazar una línea nítida entre lo correcto y lo conveniente. Sin ese mínimo moral compartido, cualquier proyecto de país queda vacío de contenido.

Rodrigo Durán Guzmán

Empresa Periodística La Discusión © 2025. Derechos Reservados