Señor Director:
Es preocupante observar que estamos frente a una nueva crisis en Chile. Esta crisis es una combinación compleja, dinámica y peligrosa entre el fenómeno migratorio y los coletazos del calentamiento global. Ya el Banco Mundial nos anunciaba en 2018 que al año 2050, cerca de 17 millones de personas en América Latina deberían migrar a causa del clima, lo que generaría masivos desplazamientos entre regiones cercanas. El caso de Chile no es una excepción, ya que el territorio con crisis hídrica (sequía y suelo degradado) equivale a un 75% de la superficie total del país, según diversos estudios. Lo descrito genera un alarmante potencial migratorio, lo que, penosamente, afecta directamente a la población infantil, juvenil y principalmente femenina.
Lo que se ha dicho desde distintas organizaciones no son solo datos. Detrás de estas cifras hay vidas, historias e identidades que han visto cómo el clima ha cambiado y cómo el agua ha desaparecido frente a sus ojos sin poder hacer nada.
El llamado es a pensar en políticas públicas territoriales que permitan un abordaje concreto. Una de estas medidas es frenar ahora un modelo extractivista y comercial del agua como recurso, así como apoyar a las economías locales y de subsistencia.
Quizás, el maravilloso momento constitucional que atraviesa Chile debiese priorizar y apurar el tranco para no lamentar destierros y desequilibrios en un país vulnerable ante las crisis.
Felipe Kong López
Académico Facultad de Educación UDP