¿Crisis laboral en Ñuble?

La discusión sobre el mercado laboral chileno ha escalado en los últimos meses desde los claustros académicos hasta la calle. El economista David Bravo (UC) habla de “emergencia laboral”, mientras Andrea Repetto (UC) advierte que la etiqueta de crisis es una exageración. El debate, sin embargo, adquiere otro matiz cuando se observa lo que ocurre en Ñuble. La última medición del INE reveló que la región alcanzó una tasa de desocupación de 10,8% en el trimestre móvil mayo-julio, el peak del año y muy por encima del promedio nacional (8,7%). No solo es la más alta del país: es la única región con dos dígitos de desempleo.
La paradoja es evidente. Aunque los ocupados crecieron 3,7% en un año, los empleos formales aumentaron 6,2% y la informalidad retrocedió a 31,3%, la desocupación no cede. El mercado laboral local pareciera avanzar en una dirección y retroceder en otra. Y esa contradicción obliga a preguntarse si Ñuble enfrenta una coyuntura pasajera o una falla estructural que compromete su desarrollo.
La región mantiene tasas de desempleo más altas que el promedio nacional junto con una alta informalidad y, al mismo tiempo, 74% de las empresas reporta vacantes sin cubrir, lo que da cuenta de una de las mayores tensiones: miles de personas buscan trabajo, pero las empresas no encuentran trabajadores con las competencias adecuadas.
Según el presidente de Corñuble, Ricardo Salman, el nudo no estaría en la ausencia de oportunidades, sino en un modelo productivo estacional, dependiente de la agricultura, el comercio y la construcción, con alta rotación y bajos salarios. La falta de diversificación, sumada a la baja inversión privada, las dificultades de las pymes para acceder a financiamiento, ha debilitado la capacidad de generar puestos de trabajo de calidad.
Pero no todos coinciden con la tesis de una crisis. El académico César Salazar (UBB) subraya que la economía ha crecido -aunque lentamente- y recuerda que técnicamente una crisis supone contracción de la actividad, algo que hoy no ocurre. Su diagnóstico apunta más bien a un crecimiento insuficiente para absorber la fuerza laboral.
Desde el Observatorio Laboral de Ñuble, Jonathan Labra rescata señales positivas: 11 trimestres consecutivos de creación de empleo. Sin embargo, admite que no basta, pues la región crea puestos, pero no al ritmo que demanda una fuerza de trabajo cada vez más amplia y activa.
¿Emergencia, crisis o rezago? Más allá de la semántica, la persistencia del desempleo sobre dos dígitos evidencia que Ñuble tiene un problema mayor que el promedio del país. Es cierto que con la primavera y el verano la agricultura y el turismo dinamizarán la contratación, pero será un alivio transitorio.
El desafío de fondo es diversificar la matriz productiva, atraer inversión privada, fomentar innovación y fortalecer la capacitación en oficios técnicos vinculados a la demanda real de las empresas.
El debate académico no es irrelevante, pero para Ñuble -con el desempleo más alto del país- pasa a segundo plano ante la urgencia de hacerse cargo de un problema socio-económico urgente que golpea a los hogares más vulnerables y erosiona la confianza en la movilidad social.