Señor Director:
Chile vive una crisis hídrica que pone en jaque al sistema eléctrico, se evalúa la reapertura de Ventanas y surgen políticas incoherentes con la descarbonización como la rebaja al impuesto específico a los combustibles. Al comprometerse el bolsillo, los objetivos de largo plazo se diluyen, aunque lo urgente sea distinto a lo importante. Pan para hoy y hambre para mañana.
Sin minimizar el tremendo desafío de la crisis energética actual, debemos exigir coherencia y urgencia a políticas que modernicen el mercado eléctrico, acelerando la regulación e incentivo del almacenamiento de energía (baterías), reconociendo la emisión de CO2 en la valorización de la energía (impuesto verde real) y potenciando las ERNC distribuidas y de autoconsumo.
Algunos argumentan que una transición energética más agresiva impediría mantener los precios “bajos” actuales, pero con el informe de la ONU surge la duda, ¿podemos darnos el lujo de esperar que así sea? De seguro quitando las comillas a un “mercado” que no castiga los daños colaterales de la energía sucia recién podremos empezara tener una discusión seria al respecto.
Simón Larraín
