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La escasez de agua en Chile es provocada por el régimen alimenticio actual, la falta de infraestructura para retenerla, la mala gestión del agua, el aumento constante de la población y el cambio climático, por lo que una solución realista es estudiar el estado y ubicación de los acuíferos subterráneos del país para luego recargarlos de agua a través de un sistema que ya se utiliza en el país.
La propuesta es del investigador y doctor en geofísica Rodrigo Abarca del Río, quien junto a otros investigadores plantean esta idea en estudios que hoy vuelven a actualizarse. El académico del Departamento de Geofísica de la Universidad de Concepción explicó que paralelamente se debe cambiar el régimen alimenticio para modificar la producción de alimentos, como también la actual y “negativa prioridad comercial” en la entrega de derechos de agua. Su propuesta central es la también llamada “siembra de agua”.
El experto en detección satelital explicó que la recarga de acuíferos se puede realizar llenado estanques para que el agua escurra por gravedad al subsuelo o inyectando agua directamente por tuberías. “Esta técnica se realiza desde tiempos prehispánicos en América, trasladando agua hacia estructuras que interceptaban y recolectaban el agua para facilitar su traslado a sitios precordilleranos llamados mantos acuíferos, donde esta podía infiltrarse en el subsuelo en otoño e invierno, para que en primavera y verano tuviesen agua en el valle central, hacia donde escurría por los acuíferos naturales”, precisó el Dr. Abarca. “Hay empresas en Chile que realizan esta actividad y países que tienen muy desarrollada esta técnica, como Holanda y Bélgica. Pero lo primero que se debe hacer en nuestro país es investigar dónde están los acuíferos”, aclaró.
El problema actual con los acuíferos, destacó, es que “se explotan de manera irracional y no planificada, secándolos. Se hacen pozos de 5 metros de profundidad, los años siguientes de 10 metros y así cada vez, porque los mantos acuíferos demoran entre 10 y 1.000 años en recargarse en forma natural, dependiendo de su estructura geológica”.
Mala gestión
Rodrigo Abarca agregó que el problema “no es que se esté acabando el agua, sino que hay una muy mala gestión de ella. El cambio climático influye en la sequía, pero más aún afecta la mala gestión basada en la ley sobre derechos de agua. El consumo no está bien regulado, principalmente por las grandes diferencias de derechos de agua que poseen las empresas mineras, forestales, de la agroindustria, respecto de las posibilidades que logra la población. Esto debe ser replanteado completamente”. En el mundo hoy el gasto de agua corresponde a un 10% para consumo humano, 25% para uso industrial y 65% para uso agrícola/ganadero”.
Además, explicó que el agua tiene relación directa con los productos que consumimos. “Se trata de la huella hídrica, similar a la huella de carbono. Por ejemplo, para producir 1 kilo de carne se necesita 15 mil litros de agua, lo que equivale a un año de agua para consumo de una familia de cuatro personas. Un vaso de leche 200 litros. Y una familia consume 40 litros de agua diarios”, ejemplificó el profesor de Geofísica. A esto se debe sumar el aumento constante de la población mundial, que en el año 2150 llegará a 12.300 millones de habitantes.
Respecto a la posibilidad de crear una carretera hídrica para sacar agua de ríos del centro y sur de Chile para trasladarla al norte, opinó que “esa es una opción descabellada y criminal. Aunque en otros países se ha aplicado en decisiones inconsultas –a excepción quizás de España-, sacar agua de una cuenca, y además en régimen de sequía, genera impactos ecológicos, biológicos e hidrológicos en la hoya hidrográfica intervenida y en su mar adyacente por la baja en el aporte de nutrientes que transportan al océano los sedimentos de los ríos”. Otra opción es crear más embalses, pero la sequía evaporará esa agua y desalinizar es una buena opción, pero muy cara, advirtió.