La Cordillera de la Costa, telón de Cobquecura, teñida por plantaciones forestales y bosque nativo, no solo alberga tesoros naturales, una agricultura tradicional y secretos en el subsuelo, sino que también constituye un gigantesco potencial de generación de energía a partir del viento, una ventaja conocida hace tiempo por los desarrolladores de parques eólicos y que hoy se alza como una “amenaza” para las comunidades rurales, cuya preocupación crece más en la medida que se conocen las implicancias de la instalación de, al menos, seis proyectos en la zona con una inversión conjunta superior a US$1.200 millones, una inédita “avalancha” de inversiones que se vislumbran en cinco años.
Estas iniciativas no son vistas con buenos ojos por un importante número de vecinos, principalmente de la localidad rural de San José -donde residen unas 60 familias-, la que quedaría prácticamente rodeada por imponentes torres eólicas en el caso de aprobarse estos proyectos. El temor por los impactos ambientales y en el medio humano que suponen estas estructuras asoman como los principales argumentos.
Emilio Placencia, topógrafo y vecino de San José, es uno de los principales opositores a la concreción de estos proyectos, que, aseguró, “se promocionan con la etiqueta de energía verde en un contexto de descarbonización de la matriz energética, pero lo que no se dice es que, en la práctica, estas torres eólicas generan un daño importante en el medioambiente, por ejemplo, en la avifauna de la zona, así como también son una amenaza para la flora nativa”.
Asimismo, apuntó al “impacto en la calidad de vida de las personas. Estamos hablando de una fuente de ruido permanente que uno puede escuchar fácilmente a 500 metros de distancia, porque en el campo no hay ruidos, hay tranquilidad; además, está el efecto sombra, las vibraciones en el suelo, el daño por ondas electromagnéticas, la pérdida de suelo agrícola y la destrucción de este paisaje”.
En ese contexto, las reuniones de la junta de vecinos de San José han vuelto a ser concurridas, donde hay más preguntas que respuestas de parte de sus habitantes, de hecho, unos quince ya habrían firmado acuerdos de arrendamiento de largo plazo con una de las empresas interesadas, de manera discreta, según confirman vecinos.
Placencia ha logrado levantar el tema a través de redes sociales, dando a conocer la problemática a los propios vecinos de San José y otras localidades, lo que apuntó, forzó a UKA Chile a abandonar el hermetismo y reunirse con la junta de vecinos en octubre.
“En esa reunión, los ejecutivos de la empresa dijeron que usarán el estándar alemán en cuanto a la distancia mínima con la casa más cercana, que es de 500 metros, porque en Chile el estándar sería de 300 metros, aunque tampoco hay una ley que lo regule”, se lamentó.
Seis proyectos
De acuerdo a datos abiertos del Coordinador Eléctrico Nacional y de Sernageomin, seis proyectos eólicos (PE) en carpeta se localizan en la comuna de Cobquecura, aunque ninguno ha ingresado aún al Servicio de Evaluación Ambiental (SEA).
La mayoría se encuentra en etapas muy iniciales, en proceso de solicitud de conexión a subestaciones eléctricas, de hecho, casi todos se conectarían a la red a través de la futura subestación Las Delicias, en Quirihue, cuya construcción está condicionada a la concreción de la línea Mataquito-Hualqui, un megaproyecto de transmisión que busca alimentar el polo industrial de Concepción, que demandará más energía para alimentar las proyectadas plantas de hidrógeno verde.
El proyecto que lleva más camino recorrido es PE Quirihue Poniente, que se emplazará al oriente de Colmuyao, rodeando la localidad de San José. Su titular es la empresa UKA Chile -de capitales alemanes-, la que, además, obtuvo en septiembre pasado la aprobación ambiental del PE Culenco, que se emplazará en Ninhue y San Carlos. Sus ejecutivos sostuvieron una reunión con representantes del municipio y otra con la junta de vecinos de San José.
También están el PE Cobquecura, que se ubicará al oriente de Quebrada Honda, de la empresa GM Developments; PE Fariña, en Tres Esquinas, a 6 kilómetros de San José, de Andes Mainstream SpA; PE Chanco, también a 6 kilómetros de San José, de Enel Green Power del Sur; PE Esmeralda, en el sector El Tollo, de Colbún S.A.; y PE Ambrosía, en el sector La Achira, de la empresa Atlas Development Chile SpA.
Seis es un número inédito de proyectos eólicos para una sola comuna, considerando que, actualmente, en toda la región hay solo cuatro proyectos con aprobación ambiental (Culenco, Dañicalqui, Entre Cerros y Pemuco) y otros dos en evaluación en el SEA (San Carlos y Los Coihues). A ellos se debieran sumar más de diez en carpeta, en distintas etapas, que aún no ingresan al SEA.
Estrategia de desarrollo
Con experiencia en luchas ambientales, desde el municipio observan con inquietud el proceso y advierten una colisión de intereses entre el plan comunal de desarrollo, que se basa en la explotación sustentable del turismo y la agricultura, y esta “avalancha” de proyectos eólicos.
Según expuso el jefe de la Unidad de Medioambiente de la Municipalidad de Cobquecura, César Aguilar, la postura de la administración comunal es “apostar siempre por la conservación de nuestro entorno y eso se ha demostrado en los distintos conflictos en donde el municipio ha tenido que participar forzosamente, como el que tuvo con Celulosa Arauco a fines de la década del 2000 o la lucha para evitar la instalación de salmoneras”.
En ese sentido, aseveró que “dadas las características de estos proyectos eólicos, cómo se presentan en la comunidad, alterarían profundamente el normal desarrollo que Cobquecura se ha fijado, que tiene que ver con la conservación y con las actividades turística y agrícola, en cambio, este tipo de proyectos están más inclinados a una lógica extractivista, no son sustentables y eso es importante dejarlo claro, es decir, podrían ser sustentables en la medida que sean a escala humana, pero son proyectos gigantes que buscan generar energía para abastecer otros lugares, energía que no está pensada para resolver los problemas que tiene Cobquecura, con los cortes de electricidad que son periódicos”.
El funcionario detalló que solo una de las empresas ha tomado contacto con el municipio. Se trata de UKA Chile, que solicitó una reunión a través de la Ley del Lobby, cita que se concretó con la administración del municipio y la Unidad de Medioambiente. “El tema es que el trabajo que vienen desarrollando acá comenzó hace cuatro años, tiempo que estuvieron en silencio, sin informar sobre este tema y eso, sin duda que despierta suspicacias; ¿por qué no se presentaron antes? Lo hicieron solo cuando vieron que la población local se estaba organizando (…) Lo que yo temo es que esta empresa pretenda comprar apoyos o silencio, principalmente entre las comunidades, aprovechando las brechas y las necesidades que el estado no ha logrado satisfacer”.
Aguilar precisó que el proyecto de UKA Chile es uno de los que se emplaza más cerca de San José, “aunque todos los proyectos están encima de las localidades. Debe considerar que el 70% de la población de la comuna vive en zonas rurales, con una gran dispersión, en su mayoría dedicados a la agricultura familiar campesina”.
Aclaró que “los proyectos estarían en San José, en Colmuyao y en la parte alta de Corrales, La Maravilla, hacia el sur, donde es más complejo el problema, porque son áreas de alto valor ecológico, con especies que son endémicas, que no hay en otro lugar del mundo, como el queule y el pitao”.
“También hay preocupación porque la empresa ha venido desarrollando un aseguramiento predial, que significa asegurar los predios donde probablemente se instalen estas torres, y eso lo hacen como un acuerdo entre privados, sin pensar en el impacto que va a generar al colectivo”.
Decisiones estratégicas
Precisamente, este conflicto fue analizado el 18 de octubre en Cobquecura, en un seminario organizado por el municipio, que contó con las exposiciones de Ximena Cuadra, académica de la Universidad de Talca; y Lucio Cuenca, director del Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales (OLCA).
Consultado por la situación particular de Cobquecura, Cuenca sentenció que “tenemos que garantizar que, tanto desde la institucionalidad como de la gestión a nivel social de las organizaciones, las decisiones se tomen pensando en lo que ha sido hasta ahora Cobquecura, con sus opciones de vida, con sus potencialidades que han caracterizado la vida en esta comuna y que se pongan en la balanza las amenazas y los impactos que pueden representar proyectos de esta envergadura, versus las potencialidades que la comuna tiene. Acá estamos frente a decisiones estratégicas, que pueden afectar la vida de esta comunidad por mucho tiempo y que pueden tener impactos irreversibles, por lo tanto, es una decisión que debe considerar múltiples dimensiones, no solo económicas, y eso creo que es muy importante que se pueda debatir ampliamente, que se ponga sobre la mesa, que toda la comunidad participe y que el estado garantice que las decisiones que se tomen sean de manera informada, con libertad para opinar y sin presiones, que no se acepten medidas que fragilicen el tejido social”.
Autoridades en silencio
LA DISCUSIÓN intentó obtener la opinión de las autoridades sectoriales, como el seremi de Energía, Dennis Rivas; y el seremi de Medioambiente, Mario Rivas; sin embargo, se excusaron de entregar una postura sobre la materia. El primero, argumentó que no se puede referir a los proyectos en tanto no obtengan su aprobación ambiental, ya que los seremis integran la Comisión de evaluación ambiental; y el segundo, lo atribuyó a que no tiene antecedentes formales sobre los proyectos.
Sector energético
Desde el sector energético el foco está puesto en el desarrollo sustentable y en la relación armónica con el entorno.
Un ejemplo de esta mirada lo representa la empresa Consorcio Eólico, la que, si bien, no tiene proyectos en Cobquecura, está tomando cada vez mayor relevancia en el rubro.
Consorcio Eólico tiene cuatro parques eólicos en funcionamiento en el país y 12 proyectos en desarrollo, entre ellos, tres Ñuble: Dañicalqui (Pemuco-Yungay), Entre Cerros (Portezuelo-Ninhue) y Cumbres del Ñuble (San Nicolás). De estos, los dos primeros ya obtuvieron se aprobación ambiental, y el tercero aún no ingresa al SEA.
Consultado por la relación con las comunidades, Gonzalo Nanjari, subgerente de Sustentabilidad de Consorcio Eólico, manifestó que “estoy convencido de que sí se puede dar una convivencia armónica. Las aprensiones que la comunidad puede tener legítimamente con la llegada de un parque eólico son entendibles; estamos en un momento histórico en Chile, no es secreto que el sector energético está pasando por una etapa bastante convulsionada y con la meta bastante ambiciosa de la carbono-neutralidad para 2050, tenemos una urgencia con el desarrollo de proyectos de generación, entonces, tenemos que desarrollar parques eólicos, pero no a cualquier costo”.
“Nosotros -agregó-, partimos desde un momento temprano con la prefactibilidad de los proyectos y analizamos los territorios en base a sus características ambientales y sociales, para ir modificando los diseños desde muy temprano en base a elementos relevantes que encontramos en los territorios, por ejemplo, bosque nativo o sitios de significación cultural, y luego, en el desarrollo del proyecto, comenzamos nuestra participación ciudadana temprana, trabajando codo a codo con la comunidad, años antes del ingreso a calificación ambiental. Con esto, buscamos que la comunidad esté informada del proyecto, de sus características, pero que también nos conozcan, que sepan que el proyecto tiene cara visible, y así vamos recogiendo las observaciones e inquietudes de la comunidad, para analizar la factibilidad técnica de acoger esas observaciones en el diseño”.
Nanjari planteó que, “si bien vivir cerca de un parque eólico puede tener sus complicaciones, nosotros estamos muy conscientes de ellas y por eso buscamos tener un trabajo transparente, de larga data con la comunidad y que permita que el proyecto tenga una menor carga, tanto ambiental como social”.
“Otro aspecto importante es la creación de valor compartido que contemplan nuestros proyectos y yo diría que la gran mayoría de la industria también, y en éstas se identifican y priorizan, desde los vecinos y con nuestros equipos de relación comunitaria, las principales necesidades y áreas de fortalecimiento que el proyecto se compromete a apoyar durante toda su vida útil”, subrayó.