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No es un misterio que las comunas rurales de Ñuble, como la de otras regiones, históricamente ha mantenido importantes brechas con los habitantes de las ciudades, en ámbitos como ingresos, conectividad y acceso a servicios, entre ellos la electricidad.
Cobquecura ha hecho noticia por ello en los últimos días. Según la Superintendencia de Electricidad y Combustibles (SEC) de Ñuble, suma 107 reclamos contra la CGE en lo que va de este año, superando a Chillán, a pesar de tener 190.000 habitantes menos.
Pero este problema no es exclusivo de la localidad costera. Más de mil reclamos por la falta de suministro eléctrico, en distintas comunas de la región, recibe cada año la SEC, que después de cada interrupción del suministro oficia a las empresas distribuidoras que informen el motivo, junto con dar a conocer sus medidas de mitigación para mejorar el servicio.
Pero este protocolo, o mejor dicho su reiteración sin resultados definitivos, está agotando la paciencia de los alcaldes, que reclaman una acción fiscalizadora y sancionadora mucho más enérgica que entregue una señal a las empresas para que corrijan sus procesos. Junto con ello, advierten que ha habido cortes prolongados que excederían los estándares de la normativa, afectando no solo a los vecinos, sino que también a la infraestructura comunal, desde colegios hasta el funcionamiento de establecimientos comunales de salud, de modo que también reclaman que la Superintendencia dé inicio al proceso de compensaciones en las boletas de los usuarios.
Para los vecinos de las comunas afectadas, la situación excede la sola falta del servicio eléctrico, pues en algunos lugares también se amenaza la seguridad de las personas ante el aumento de actos delictivos amparados en la oscuridad. A ello se agrega la falta de agua corriente en los sectores donde ésta se obtiene a través de motobombas que extraen aguas de pozos subterráneos, acrecentando así las dificultades de las familias rurales.
La desigualdad en Ñuble no solo se manifiesta en las brechas de ingresos de las familias, sino que también a través del acceso a servicios, donde además del poder adquisitivo, inciden otros factores, como la ruralidad. Así lo han revelado el Sistema de Indicadores de Calidad de Vida Rural (SICVIR) y el Atlas Rural, que para Ñuble entregan un diagnóstico altamente complejo.
Un símbolo de esta brecha es la calidad del servicio eléctrico, que puede convertirse en un obstáculo insuperable para un emprendedor de Cobquecura o San Fabián, por ejemplo, si se pretende entrar al negocio de la elaboración de alimentos o al turismo, lo que acrecienta aún más las desigualdades entre los habitantes de zonas rurales versus urbanas, y resulta paradójico si se considera que los mayores atractivos turísticos y el grueso de la producción agropecuaria se concentran precisamente en las zonas rurales.
Es hora de dejar de ver al mundo rural como una categoría residual y construir una nueva mirada que parta por nivelar la cancha en materia de servicios básicos, de manera que en un futuro no tan lejano podamos explicar no el atraso, sino la prosperidad y la calidad de vida en nuestra región a partir de su ruralidad. , suma 107 reclamos contra la CGE en lo que va de este año, superando a Chillán, a pesar de tener 190.000 habitantes menos.