Corea del Sur y Estados Unidos reafirmaron el jueves su compromiso para defender “la paz duramente conseguida” en la dividida península, con motivo de la conmemoración del 70º aniversario del inicio de la Guerra de Corea.
Las fuerzas norcoreanas invadieron el Sur el 25 de junio de 1950 y desencadenaron un sangriento conflicto que causó millones de muertos, en su mayoría civiles.
Los combates cesaron tres años más tarde, gracias a un armisticio al que nunca siguió un tratado de paz, lo que significa que, técnicamente, las dos partes de la península dividida por la Zona Desmilitarizada (DMZ) siguen en guerra.
“En este día de 1950, la alianza militar entre Estados Unidos y la República de Corea nació de la necesidad y se forjó con sangre”, declararon en un comunicado conjunto el secretario estadounidense de Defensa, Mark Esper, y su homólogo surcoreano, Jeong Kyeong-doo.
Los dos aliados rinden homenaje “al sacrificio, la valentía y el legado de los que dieron su vida para defender la liberad, la democracia y la prosperidad” del Sur, prosigue el texto.
Estos últimos años, las relaciones entre Seúl y Washington se han distanciado, especialmente con las declaraciones del presidente estadounidense, Donald Trump, que afirma que Corea del Sur tendría que contribuir de una forma más importante para mantener en la península 28.500 efectivos desplegados para proteger al país de la amenaza norcoreana.
Pero los aliados “siguen totalmente comprometidos en la defensa de la paz, tan duramente conseguida en la península coreana”, según el comunicado.
Este aniversario tiene lugar en medio de la degradación de las relaciones intercoreanas, dos años después del inicio de un acercamiento histórico entre los dos países vecinos, durante el cual se produjeron varias cumbres entre el líder norcoreano Kim Jong Un y el presidente surcoreano Moon Jae-in.
Últimamente, el régimen norcoreano ha multiplicado los ataques verbales contra Seúl, sobre todo a raíz de los folletos de propaganda que envían disidentes que huyeron al Sur mediante globos.
Corea del Norte aumentó la presión la semana pasada con la destrucción de la oficina de enlace intercoreana, en la ciudad fronteriza de Kaesong.