El modelo tradicional que explica el incentivo de la actividad empresarial se orienta a la búsqueda de cada unidad productiva por maximizar su beneficio económico. En este ámbito de acción, los encadenamientos productivos en torno de una cadena de valor son tácitos. Cada eslabón se engrana por acción de la mano invisible del mercado, que reúne los incentivos individuales en un sistema agregado de eficiencia productiva.
Hoy día la mano invisible del mercado está en cuarentena por la pandemia del coronavirus. La eficiencia tradicional del sistema ha quedado fuertemente afectada por el aumento de la interdependencia en las decisiones de la emergencia sanitaria. La violenta caída en la actividad económica y el aumento agresivo del desempleo han generado un ambiente de alta incertidumbre sobre el futuro. El aumento de la pobreza será la cara más dura de la presente crisis sanitaria.
Frente a este desolador panorama, la sociedad ha comenzado a implementar una serie de medidas para hacer frente a la pandemia y sus consecuencias. Dentro de estas alternativas, una nueva generación de contrato social para el encadenamiento productivo ha comenzado a asomar como una alternativa de reactivación económica y generación de empleos.
En torno a la cadena de valor para la fabricación de un determinado producto con valor agregado, interactúan una diversidad significativa de unidades económicas. La alta cocina, por ejemplo, se ha transformado en una punta de lanza para el desarrollo hotelero y turístico del mundo. La alta cocina se inicia en la elección de ingredientes con un alto nivel de exigencia en su calidad. Dichos ingredientes, normalmente son abastecidos por los supermercados, donde la trazabilidad alimenticia es la clave de una adecuada oferta competitiva. La trazabilidad se inicia en un modelo de agricultura familiar sostenible.
La pobreza se ha enquistado en la subutilización del potencial de producción de alimentos que hoy día existe en el territorio nacional. Este fenómeno ha empobrecido a los pequeños agricultores y ha obligado a miles de ellos a migrar hacia los grandes centros urbanos. El empobrecimiento se ha agudizado en tiempos de pandemia.
Para la reactivación económica de dichos sectores, con el apoyo del sector público, existe la alternativa de suscribir un contrato social privado que reúna a pequeños agricultores, a trabajadores agrícolas, a supermercados y sus cadenas de distribución asociadas y a los chef para participar colaborativamente en la cadena de valor de la alta cocina. La política pública puede apoyar dicho contrato, aportando financiamiento para la incorporación de nuevas tecnologías y la innovación, creando seguros para la actividad agrícola y capacitando a los trabajadores para el adecuado uso de dicha tecnología.
Así como la alta cocina, son varios los sectores económicos que comparten distintos puestos en una determinada cadena de valor. Promover un contrato social entre ellos y relacionados a la cadena de valor, es una medida que puede atenuar los efectos económicos post coronavirus.