El último trimestre de cada año los sostenedores de colegios realizan la búsqueda, selección y contratación de profesionales para incorporarlos a sus centros educativos en diversas funciones, desde docentes hasta las directivas.
Así, la superación de evaluaciones psicolaborales, la demostración de conocimientos y habilidades suelen ser el centro de interés para los contratantes, culminando con descubrir el nivel de adhesión que cada postulante muestra con el Proyecto Educativo Institucional. Sin embargo, elucidar todos estos aspectos es todavía insuficiente, porque los profesionales de la educación no cumplen sólo una función técnica. Ellos llevan a cabo una misión muy trascendente en la vida y perspectiva de las personas y también en la proyección de una sociedad. Como hemos puntualizado en más de una ocasión, los centros escolares son para niños y jóvenes la fuente de humanización que los prepara en el modo humano de vivir y así puedan florecer en donde quiera que se vayan a desempeñar después de egresar de sus colegios. Es por esta razón que al momento de seleccionar a los diversos profesionales que servirán en su centro educativo, todo sostenedor escolar tiene que incluir las preguntas necesarias que le permitan comprender la Filosofía de la Educación de cada uno de los postulantes.
Hace poco noté que un colegio bilingüe de la Región Metropolitana que está buscando un Rector o Rectora para liderar su comunidad educativa, exige en el proceso de selección, que cada postulante explique con claridad su Filosofía de la Educación. Esta es un buena medida, porque cada candidato a trabajar en un colegio, sea a un puesto directivo o docente, debe ser capaz de explicar con nitidez, su propia Teoría y Filosofía de la Educación. En particular, debe ser suficientemente preciso en describir la Antropología Pedagógica que orienta su actuar pedagógico, porque no da lo mismo realizar un trabajo educativo desde una perspectiva del Deconstruccionismo, o del Neomarxismo, o del Existencialismo, o del Neoaristotelismo. Víctor García Hoz en “Pedagogía visible y educación invisible”, plantea al menos cuatro posibles tipos antropológicos además del suyo propio, perfiles que han sido notoriamente planteados a la base de diversas teorías educativas. Así, describe los planteamientos de Carlos Linneo, de Bergson, de Huizinga, la propuesta de Viktor Frankl, y la propia tesis de García Hoz que concibe a la persona como un «Homo gaudens».
Muchas veces los criterios de selección simplemente no consideran los fundamentos que abordan la Teoría y Filosofía de la Educación, en especial los relativos a la Antropología Pedagógica, decisión que, es necesario subrayar, resulta imprudente e incorrecta respecto a la misión de un buen colegio. Si se mira con atención, notarán instituciones que han sido desfiguradas en su misión porque sus sostenedores descuidaron la coherencia filosófica en sus equipos directivos y docentes. Para decirlo con Edith Stein en forma sintética, “la pedagogía que carezca de respuesta a la pregunta «qué es el hombre» no hará sino construir castillos en el aire”.
