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Consumo juvenil de alcohol

Agencias

Siete de cada diez jóvenes toman alcohol en verano. Los horarios para beber comienzan cada vez más temprano en la temporada estival y un 25% se predispone a consumir mayor cantidad que en otra época del año, siendo las mujeres quienes más aumentarán el consumo, según establece el estudio realizado por la Asociación Pro Consumo Responsable de Bebidas Espirituosas (Aprocor) y Cadem sobre hábitos de ingesta de bebidas con alcohol durante el verano.

En tanto, en relación al temor a ser fiscalizado por situaciones prohibidas que involucren el consumo de alcohol, un 64% de los encuestados anticipa un mayor control durante la época estival, sobre todo pensando en el caso de los menores de edad.

Ante la pregunta ¿Qué medidas implementarías con tus hijos/as para prevenir que tomen bebidas de este tipo durante el verano?, 90% opta por tener una conversación familiar, seguido de enviar a sus hijos a talleres de orientación (29%) y, más abajo, aplicar castigos a los menores al verificar que han consumido licor (22%). En tanto, restringir permisos (7%), monitorear mediante apps de celulares (8%) o que lleguen a casa antes de la medianoche (11%), son las medidas de menor preferencia.

De acuerdo con el reporte más reciente del Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda), en los jóvenes y adolescentes, la prevalencia del consumo de alcohol en el último mes llega al 29,8%. Lo positivo es que hace 5 años esta cifra llegaba al 31,1%.

Sin embargo, esa mejora estadística esconde una realidad muy negativa: un tercio de los jóvenes entre octavo y cuarto medio toma alcohol. En ese grupo, el 45% considera que consumir alcohol no crea adicción, lo que parece ser una manera de racionalizar una conducta a fin de persistir en ella. Sin embargo, esa respuesta se contradice con la creencia, manifestada por el 80% de los jóvenes, de que las bebidas alcohólicas afectan la salud. La dualidad de opiniones registradas, evidentemente ambivalentes, constituye un signo de inseguridad en cuanto al comportamiento y su evaluación.

A nivel psicológico, el consumo abusivo de alcohol entre los adolescentes se va gestando con la incidencia negativa de factores como estados depresivos o bien sentimientos de inferioridad. Es decir que, mientras una persona joven normalmente busca adaptarse a nuevas situaciones mediante esfuerzos adecuados, el que recurre al alcohol apela a un medio que transitoriamente cambia su condición psicofísica. En suma, beber con la expectativa de superar debilidades conduce a mayores riesgos.

La creencia de que el hábito de beber tempranamente no crea adicción debe ser desechada por falsa. En ese sentido, es digna de ser considerada la conclusión de los autores de los estudios antes citados, que coinciden en la importancia de promover campañas de prevención para los jóvenes con relación a la bebida.

A los padres y familiares adultos les concierne actuar con firmeza para desalentar una conducta errónea de los adolescentes, antes de que se convierta en hábito. Son ellos los que tienen la obligación y la autoridad para hacerlo.

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