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Señor Director:
Redefinir el consentimiento sexual como un “sí entusiasta” no parece una solución efectiva para hacer frente a la violencia sexual. Suponer que esta forma de consentimiento podría mejorar las condiciones de violencia sexual implica, en cierta medida, entender a la violencia sexual como un problema de comunicación. Esta es una idea difícil de sostener. La violencia sexual está lejos de ser un problema de comunicación: no está relacionada con cómo expresamos nuestro consentimiento o con cómo ejercemos nuestra autonomía.
El foco debe estar, más bien, en las condiciones estructurales que permiten la violencia sexual. Centrarse en la definición de consentimiento desvía la atención de las causas de la violencia en un primer lugar, y termina, una vez más, en poner la carga de la violencia sobre las mujeres.
Laura Dragnic