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Varias conclusiones deja el denominado “Súper Martes” de Chillán, donde el tráfico vehicular aumentó exponencialmente en horas peak, asociadas al traslado de alumnos de la mayoría de los establecimientos educacionales de la ciudad que ayer iniciaron sus clases. La evidente saturación vial que vimos, vuelve a poner en el centro del debate la necesidad de agilizar las inversiones en materia de infraestructura vial, materia donde la capital de Ñuble tiene un claro retraso.
Hay cerca de 30 puntos críticos, los que en su mayoría son intersecciones semaforizadas que concentran gran parte de la movilidad en los horarios punta, debido a la cercanía de colegios y/o accesos principales hacia el centro de Chillán.
Sobre esa base han trabajado las autoridades de gobierno y de carabineros, y es justo reconocer que algunas medidas tienen un efecto reductor de los tacos, pero igual de cierto es que el problema es mucho más complejo y las supera por lejos, pues en él se conjugan el aumento del parque automotor, el crecimiento inorgánico de la ciudad, la falta de inversión en infraestructura vial y una deficiente gestión del transporte. De hecho, para muchos, la implementación de planes especiales para gestionar el tránsito parece un mal chiste, ya que sencillamente las vías no dan abasto para el gran número de vehículos que circulan por ellas.
El caso más complejo corresponde a la Avenida Vicente Méndez, donde se concentra buena parte de la oferta educacional de la ciudad y también la mayor congestión vehicular, cuyos afectados derechamente descreen de la implementación de los planes especiales y del optimista discurso que varias autoridades expresaron ayer, ya que sencillamente esta arteria no da abasto para el gran número de vehículos que circulan por ella, y no basta con destinar más carabineros e inspectores municipales para mejorar sus flujos.
En este sentido, conviene preguntarse por qué después de más de una década no se ha avanzado en el financiamiento para su ensanche y se han priorizado otras obras que tienen un impacto menor en la movilidad, como ocurrió con Diagonal Las Termas y Huambalí, cuyos trabajos incluso aun no concluyen y por lo mismo contribuyen a los tacos en el sector suroriente.
Sabido es que le hace falta modernizar la red vial de la intercomuna, mejorando el estándar de sus principales arterias diseñadas para un parque vehicular bastante menor al actual, aunque tampoco se puede aspirar a que las vías se expandan al mismo ritmo que los automóviles.
Seguramente, las medidas correctivas que adopte la autoridad en los próximos días lograrán mejorar la movilidad en algunos sectores, pero es innegable que se trata solo de parches para una ciudad que tiene una enorme mora que saldar en inversión en infraestructura vial, planificación del crecimiento urbano y modernización del transporte público para estar al nivel de una capital regional. Esos son los verdaderos desafíos que deben movilizar a nuestras autoridades.