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Comunidades y personas, claves de una restauración ecológica

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La restauración ecológica, es un concepto que tiene relación con el entorno natural. Una de las complejidades de un proceso de restauración, es que se trabaja en sitios privados, con propietarios y la comunidad local. La identificación de las percepciones de los propietarios en relación con la restauración ecológica y su compatibilidad con el resto de actores locales implicados en este tipo de intervenciones, es primordial en el objetivo de que la restauración sea un procedimiento que los beneficie a todos.

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Esta tarea es la que encabeza Foresta Nativa, entidad de la facultad de Ciencias Forestales de la Universidad de Concepción. encabezada por el biólogo Jorge Barreda Tapia y el antropólogo Felipe Infante Céspedes. Ambos profesionales formados en la Universidad de Concepción, son los encargados de llevar a cabo el estudio del ambiente social involucrado en las labores de restauración.

Infante, señala que lo principal es saber quiénes toman las decisiones. “Desde ahí se generó este diseño con enfoque a entender qué actores están involucrados en cada uno de los sitios, de tal forma de entender cómo la restauración interactúa con estos actores”.

“Algunos son actores claves, por lo tanto, es necesario entender cómo perciben la restauración, que cosas los motivan para que faciliten los sitios para su restauración. Entonces, eso nos puede permitir en el futuro identificar qué factores son importantes en relación a los intereses de los propietarios”, agrega.

¿Cuáles son las dificultades que se encuentran en el terreno?

Jorge Barreda, quien tiene amplia experiencia en vinculación con comunidades, señala que, si bien la restauración ecológica trae beneficios sociales, al mejorar las condiciones del bosque, aún hay muchos desafíos, en cuanto a cómo hacer que estos beneficios sean percibidos como tal por las comunidades y la sociedad en general. “Probablemente, el primer paso es saber qué comprenden como beneficio brindado por el bosque, como también su opinión en cuanto a cómo, dónde y cuándo realizar las acciones de restauración, especialmente las personas que habitan el lugar a intervenir”.

“El no contemplar lo anterior, genera reticencia en algunas personas, sobre todos en quienes ocupan cargos de representación, dado que durante décadas les han ofrecido beneficios o les consultan su opinión por diferentes motivos, pero los resultados no han sido los esperados” agrega el biólogo, destacando que el fenómeno que las comunidades tengan una opinión con respecto a las intervenciones que se realizan en los territorios que habitan, es un despertar que se viene dando a lo largo del país”

¿Desde el punto de vista académico, cuales son las metodologías que se utilizan?

“Yo soy de una visión en las ciencias sociales de que no hay que tener prejuicios antes de tomar los datos”, indica Felipe Infante, quien es magister y doctor en Antropología, por la Universidad de Florida, en EEUU.

En este sentido, para él son importantes los datos preliminares que están saliendo por medio de las encuestas y entrevistas, que expresan que las comunidades quieren participar, pero al mismo tiempo no lo están haciendo. “Eso ocurre porque no fueron incluidos durante el proceso de restauración y ese dato nos da una pequeña premisa de decir que, si la gente fuera involucrada, estaría trabajando a favor y no tendría una supuesta resistencia”, especifica.

Agrega que es fundamental llegar a conclusiones basadas en datos, más de lo que se cree que puede haber, ya que pueden producirse errores; se supone que algo es de una forma, pero al momento que se toman los datos es distinto.

“Esto tiene repercusiones grandes en las comunidades, porque se asumen muchas cosas antes. Por ejemplo, si esto va a generar trabajo, entonces hay que hacerlo, pero ese enfoque no va más al fondo con respecto a las repercusiones que pueden haber”.

Jorge Barreda dice con respecto al trabajo en terreno, que las comunidades son muy diversas y deben ser tratadas desde esa diversidad. “El tratar el tema de igual manera en distintos lugares, no corresponde y genera conflictos. Los problemas muchas veces no son de fondo, si no de forma, es decir, cómo uno entiende y luego llega a las comunidades a plantearles las ideas que son importantes”, explica.

Sin embargo, es optimista en cuanto a que este estudio tiene el objetivo de entender lo que piensa la gente y desde ahí, generar aportes. Es comprender la complejidad de las comunidades, para llevar a cabo una práctica más armónica que avance hacia el bienestar de la comunidad, pensando en la integralidad de este sistema socio ecológico, expone.

Para Felipe Infante en tanto, el que este estudio sea llevado por un antropólogo, también por un biólogo y que tenga su raíz en un trabajo científico forestal, es muestra de un círculo virtuoso que se tiene que dar en la ciencia. “Esto es trabajar bajo distintas visiones interdisciplinarias y donde se estén abarcando diferentes conocimientos; esta es la forma de seguir adelante, sobre todo en temas socio-ambientales”.

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