Los sistemas de pensiones, tanto en Chile como en el mundo, enfrentan desafíos de orden estructural, que tienen que ver, tanto con los cambios demográficos como con los de mercados (financieros y laborales), que generan una serie de requerimientos sobre sistemas de pensiones. En el caso de Chile, se enfrenta el desafío complejo de articular adecuadamente el corto y el largo plazo, pues se requiere mejorar las actuales pensiones, en efecto, muy bajas, como también fortalecer el sistema con miras a mejorar las pensiones proyectadas hacia el futuro.
Pero ¿cuáles son las claves para lograr ese objetivo?
El economista de Corbiobío, Ariel Yévenes, habla de ampliar el Sistema de Pensiones Solidarias, con miras, sobre todo, a mejorar las pensiones actuales, “desafíos que necesariamente pasa por incrementar el rol público en la materia, pero auscultando las fórmulas de financiamiento, porque es necesario cautelar los equilibrios fiscales”.
De hecho, en eso se basa la propuesta de implementarlo vía impuestos al consumo, iniciativa que afecta relativamente más a los sectores económicamente menos favorecidos y, por tanto, ha de verse con cautela, advirtió Yévenes.
Visión más pragmática la entrega el académico de la Facea Ucsc, Andrés Ulloa, pero aun así, el rol del Estado en la ecuación parece ineludible en una solución que, de todas formas, deberá implicar un mix de iniciativas.
“Primero, para mejorar pensiones hay que ahorrar más y, por lo tanto, hay que dejar de sacarle dinero al sistema. De lo contrario, hay que inyectarle más. Para eso hay que subir las cotizaciones inicialmente hasta un 15 o 16% hasta llegar a un 20% en unos 10 a 15 años. Pero no será suficiente porque la gente vive más, lo que significa que hay que aumentar la edad de retiro para hombres y mujeres en línea con lo que hacen los países europeos por lo menos 5 años más e igualar hombres y mujeres. Pero tampoco será suficiente por la mala calidad del mercado del trabajo, se necesita más empleo formal y que la gente cotice por el monto real de su ingreso. Y se requiere reducir las lagunas previsionales. Pero eso tampoco será suficiente y aquí viene el rol público para aquella gente que no pueda (no que no quiera) mantener un empleo estable o tenga muy bajos salarios o esté mucho tiempo informal. Aquí se requiere una pensión mínima que crezca con el tiempo a medida que el país se desarrolla. Pero que no desaliente la cotización obligatoria”.
Más impuestos
Ahora bien, para el abogado Álvaro Moraga, recaudar recursos vía impuestos para mejorar las pensiones es algo perfectamente implementable, y hay exitosa experiencia internacional que lo demuestra, dijo.
“De lo que se trata es de utilizar los impuestos al consumo para poder recaudar de manera generalizada, a fin de destinar esos recursos a la mejora de las pensiones de los que tienen menos. Operativamente, significaría subir, por ejemplo, un punto del IVA, y destinar el 100% de esos miles de millones de pesos a crear un fondo que permita una pensión mínima asegurada y, por sobre todas las cosas, digna”.
Pero el economista de la UdeC, Claudio Parés, sostiene que es una “mala idea” pensar en un aumento del IVA. “La tentación de aumentar ese impuesto es bastante grande, porque es un gravamen fácil de recaudar y cada vez más difícil de eludir, pero es un impuesto muy regresivo. De hecho, si uno mira los datos de la última Encuesta de Presupuestos Familiares (2017), el decil más rico de la población paga alrededor de un 5% de sus ingresos como impuesto (efectivo) a la renta mientras que casi todos pagan un porcentaje similar de impuesto a los bienes. Otra gran diferencia es que las familias más pobres gastan todo su ingreso en bienes, mientras que los más ricos gastan menos del 60% de sus ingresos. Al final, si sumamos todos los impuestos pagados por las familias y los comparamos con los ingresos, los más pobres pagan un 38% de sus ingresos en impuestos y los más ricos, un 24%. Aumentar el IVA en Chile sólo incrementaría esta brecha”, advirtió Parés.
Texto: Javier Ochoa (Diario Concepción)
