Señor Director: En carta anterior, hice presente que los partidos políticos tenían la llave para transformar la Convención Constitucional en una Asamblea Constituyente de facto y, de paso, dar una señal clara de su nueva forma de hacer política y sobre todo una nueva conexión con la gente (el poder constituyente original). Transcurridas las semanas veo con mucha preocupación que el rumbo de colisión es “inminente” y de consecuencias graves para el país, si no se rectifica a tiempo (11 de enero).
Se ha retrasado al máximo la ley final para que los independientes puedan competir con los partidos de igual a igual. ¿No es sospechoso que la ley que aplazó las elecciones para abril de 2021 fue promulgada en marzo de 2020 y tan solo en diciembre, a 30 días del plazo final, se promulgue la ley para los independientes? Ley insuficiente en cuanto a pactos que los independientes pueden hacer y solo con firma electrónica para la convención, pero no para alcaldes ni concejales, obligando a firmar patrocinios de forma presencial en plena pandemia.
Si a eso le sumamos que en el distrito de Ñuble (y también a nivel nacional), la centro izquierda se dispersa en cuanto a listas para la Convención, facilitando aún más las opciones del oficialismo de estar sobre representados en la Convención, cosa que impide un avance de las fuerzas progresistas y de cambio que están por una constitución garante de derechos y en la línea del Estado de bienestar.
En ese orden de cosas, las definiciones que deberán tomar los actores políticos locales y nacionales son de máxima importancia. ¿Se privilegiará la unidad electoral con el fin de asegurar los números de convencionales para realizar los cambios tan ansiados por la gente desde el 18-O? ¿O bien prevalecerá el cálculo pequeño, mezquino y para algunos traidor para salvaguardar sus cuotas de poder?
Nelson Agurto Pavez