Una mayor y mejor interacción y complementariedad entre los actores públicos y privados es el único camino que permitirá crear alternativas de inversión y crecimiento económico en la Región de Ñuble, nivelando para arriba un desempeño económico que ha sido bastante mediocre y que nos tiene como la región más pobre y con los sueldos más bajos de Chile. Y si bien se podría atribuir al centralismo que opera por igual a nivel público y privado, existen otros factores que son endógenos y que contribuyen de modo decisivo, como un tejido empresarial cómodo y poco emprendedor, la baja internacionalización de la pyme, la alta dependencia de los subsidios que aporta el Estado y un inadecuado sistema de ordenamiento territorial.
Se requiere, en consecuencia, superar tales factores y ello pasa por articular una visión estratégica de lo que la Región se propone ser los próximos 30 años, asumiendo las asimetrías, características y potencialidades propias de los diferentes territorios. Algunas economías locales, como la de Chillán, logran cierta diversificación productiva, mientras que otras, la gran mayoría, están dominadas por un par de actividades o negocios, generalmente asociados a la agricultura y a la industria forestal. Así, en un momento una localidad puede ser próspera, dinámica, bien posicionada para el crecimiento y para un mayor desarrollo, y en el siguiente momento perder empleos, negocios y residentes.
Desde esta perspectiva, es misión de los diferentes niveles de Gobierno que tiene la Región y de los municipios, interactuar con los demás actores estratégicos, promoviendo la construcción de espacios territoriales competitivos que favorezcan el desarrollo a largo plazo. Para alcanzar ese objetivo, los gobiernos locales deben facilitar a las empresas el acceso a una serie de servicios e insumos que fortalecen su posición en los mercados, mejorando su productividad y competitividad.
El sector privado puede contribuir no solo con capital, sino también con conocimiento especializado e información, mientras que el gobierno en sus versiones regional y local, puede asegurar la zonificación y permisos para garantizar que los proyectos de inversión se lleven a cabo, y lo hagan de manera sustentable, ambiental y socialmente.
Es importante destacar que para implementar una política de atracción de inversiones como la que Ñuble necesita, se requiere mucho más que un recurso natural de alto valor, como hoy es la tierra y las condiciones para la actividad agrícola. En tal sentido, la inteligencia, preparación y capacidad de gestión de las autoridades es clave para alcanzar este objetivo de sinergia público-privada.
En definitiva, la atracción de inversiones y la posibilidad que éstas incidan positivamente en los niveles de bienestar de los habitantes de la futura Región de Ñuble requiere de una visión estratégica y de autoridades y funcionarios competentes y con la suficiente convicción para transitar el camino de la colaboración público-privada y no quedarse solo en buenas intenciones o rimbombantes discursos.