Llevaban sin hablar desde hacía meses, en plena degradación de las relaciones bilaterales, pero los negociadores chinos y estadounidenses decidieron este martes poner en marcha su acuerdo comercial, último terreno de entendimiento entre ambas potencias.
Desde que Pekín y Washington firmaron el 15 de enero un acuerdo de “fase uno” que suspendía dos años de guerra comercial, no han faltado los temas de enfrentamiento entre ambas potencias; desde el origen del coronavirus a cuestiones de espionaje, pasando por Hong Kong, los derechos humanos, la rivalidad tecnológica o el cierre de consulados.
Menos de diez días después de la firma estallaba la epidemia de covid-19, seguida de la mayor crisis económica mundial desde después de la Segunda Guerra Mundial. Los compromisos adquiridos por China de comprar más productos estadounidenses parecieron peligrar.
Pero nada de eso, a juzgar por los comunicados publicados el martes por los dos gobiernos (lunes por la noche en Estados Unidos).
“Las dos partes constatan el progreso y están determinadas a tomar las medidas necesarias para asegurar el éxito del acuerdo”, señalaron desde los servicios del representante comercial estadounidense (USTR), Robert Lighthizer, después de hablar con el vice primer ministro chino, Liu He.
El USTR precisó que el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Steven Mnuchin, también participó en esta reunión telefónica.
El Ministerio de Comercio de China dio cuenta a su vez de “un diálogo constructivo sobre el reforzamiento de la coordinación de las políticas macroeconómicas de los dos países”.
“Ambas partes estuvieron de acuerdo en crear las condiciones y la atmósfera que permitan continuar haciendo avanzar la implementación de la primera fase del acuerdo económico y comercial sino-estadounidense”, señaló en un comunicado.
Cambios estructurales
Según el acuerdo de enero, China se comprometía a comprar productos y servicios estadounidenses durante dos años por valor de 200.000 millones de dólares adicionales.
A cambio, la administración Trump aceptaba suspender cualquier aumento de los aranceles a productos chinos.
Pero entretanto llegó la pandemia de covid-19, que provocó el hundimiento del comercio internacional: a finales de junio, Pekín había realizado menos de la mitad (46%) de las compras esperadas en ese momento, según datos compilados por el Peterson Institute for International Economics (PIIE).
Sin embargo, China, donde apareció la covid-19 a finales del año pasado, registró el mes pasado una subida de más del 7% de sus exportaciones totales, la más fuerte desde principios de año, y un nuevo aumento de su superávit comercial con Estados Unidos, de más de 32.000 millones de dólares.
En su comunicado, el representante estadounidense del Comercio indicó que ambas partes “discutieron los pasos que China ha tomado para efectuar los cambios estructurales” requeridos por el acuerdo.
Estas medidas buscan garantizar una mayor protección de los derechos humanos y de la propiedad intelectual, la eliminación de barreras a las empresas estadounidenses de servicios financieros y agricultura y eliminar la transferencia forzada de tecnología.
“Las partes también discutieron el aumento significativo en las compras de productos estadounidenses por parte de China, así como las acciones futuras necesarias para implementar el acuerdo”, agregó la administración Trump.
Promesa a los agricultores
A unos meses de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre, Donald Trump y su equipo han multiplicado los ataques contra el régimen chino.
Pero el acuerdo comercial era una promesa que el presidente hizo a los agricultores estadounidenses, perjudicados por la guerra comercial porque Pekín redujo sus compras de productos como la soja.
Más allá de la rivalidad comercial, ambos países siguen enfrentados en el campo de la tecnología: Washington quiere forzar la venta de la aplicación TikTok, propiedad de un grupo chino, y emprendió medidas contra el gigante chino de las telecomunicaciones Huawei, al que acusa de espionaje potencial.
La administración estadounidense quiere convencer a sus aliados de que excluyan a Huawei de las redes 5G, la quinta generación de internet móvil.
En su primer desplazamiento al extranjero desde la crisis sanitaria, el ministro chino de Relaciones Exteriores, Wang Yi, empezó el martes una gira por cinco países europeos en la que, previsiblemente, instará a sus interlocutores a rechazar las presiones de Washington respecto a Huawei.
El lunes, cuando recibió en China a su homólogo húngaro, Wang denunció “el acoso unilateral” de Estados Unidos y defendió la apertura mundial de los mercados.