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A pesar de los obstáculos y la falta de retribución económica, que enfrenta el rol del dirigente vecinal, en Chillán y Chillán Viejo hay referentes que continúan trabajando con dedicación y compromiso. Los esfuerzos de Luis, Juana, Ester y Natividad no solo han mejorado las condiciones de vida en sus comunidades, sino que también han fortalecido los lazos entre vecinos. En un contexto donde la labor comunitaria puede ser ingrata, su liderazgo y perseverancia son un testimonio del poder del trabajo colectivo y la importancia de la participación ciudadana en la construcción de barrios más seguros y cohesionados.
En el sector oriente de Chillán, se encuentra Villa Magisterio, ex 11 de septiembre, junto con otras como Santa Patricia I y II Cabrero, Las Camelias y Parque Arauco. Esta comunidad, con más de 50 años de historia, está compuesta en su mayoría por profesores jubilados. En este entorno, Luis Acuña ha asumido el rol de presidente de la Junta de Vecinos, representando a aproximadamente 400 familias.
Su capacidad de liderar comenzó en el área de salud como dirigente cuando trabajaba como paramédico en el hospital local. Entre los principales logros alcanzados por su directiva, destaca la instalación de cámaras, dada la necesidad de reforzar la seguridad en distintos puntos del barrio, frente a los robos, principalmente de vehículos, que han sufrido en los pasajes aledaños.
“Tenemos 10 cámaras comunitarias, porque estos últimos dos años la delincuencia se ha disparado a niveles estratosféricos y las cámaras nos sirven para tener el control de la situación. Como presidente, tengo en mi teléfono las 10 cámaras. Cualquier cosa que pase por ahí, alerto a mis vecinos para que se cuiden. Tenemos sistemas de alarma, nuestros patrulleros municipales. Las cámaras están ubicadas en los antejardines. Yo estoy monitoreando las cámaras y puedo grabar en tiempo real, puedo sacarles fotos y enviarlas a mis vecinos, por ejemplo, cuando hay un sospechoso en la calle”, expone.
Asimismo, en su sector, por medio de su gestión, se ha logrado la instalación de una sede vecinal, además de la recuperación de espacios públicos que anteriormente eran utilizados como basurales.
“En los espacios públicos, por ejemplo, había una placita que estaba como un micro basural y nosotros hicimos los proyectos con la ayuda de la Municipalidad y logramos revertir esa situación. Hoy tenemos una placita con unos murales muy bonitos, así que se ha convertido en un paseo. Tenemos hasta un paradero de microbuses”, detalla.
El trabajo de un dirigente vecinal no tiene horarios ni retribuciones económicas, y requiere una gran capacidad de gestión y liderazgo. Aunque esta labor puede ser, a veces, amarga, Acuña destaca la relación positiva con su comunidad. “Siempre se ha dicho que la labor del dirigente social es ingrata, pero en el caso mío, como la población son todos de la tercera edad, son muy respetuosos, no tengo ningún problema. Es una comunidad que se puede llevar muy bien. Tengo entendido que no son todos iguales, que el dirigente tiene que pasar malos ratos. En mi comunidad son más buenos que malos. Lo malo es cuando de repente hay una o dos personas que siempre están encontrando algo malo y eso lo va transmitiendo, pero la imagen que doy como presidente es bastante positiva”, comenta.
Sin embargo, no todo ha sido fácil. Acuña menciona la burocracia como uno de los principales desafíos que afectan a los representantes locales, especialmente cuando las soluciones no llegan con la rapidez que los vecinos desean. “Uno quisiera que todo se hiciera el altiro, pero básicamente es imposible. Por ejemplo, cuando hablamos de problemas viales, lomos de toro, reductores de velocidad, un semáforo, un disco pare, ahí la situación es un poco más complicada, porque hay un poquito de burocracia. Se acogen las solicitudes, pero no llegan. A veces no pasa por el municipio, sino por otros servicios”, apunta.
Al rescate de la historia
Juana Bizama fue tesorera y actualmente es presidenta, por segunda vez, de una de las juntas de vecinos más antiguas de Chillán. Representa a cerca de 400 familias del Barrio Santa Elvira, siendo una de las principales promotoras de su rica historia, que ha sido retratada en sus calles, a través de murales, que bajo su liderazgo, se ha encargado de impulsar.
Su vinculación con la organización social arrancó desde muy joven en Quillón, donde su esposo era un conocido profesor. Fue la comunidad que despertó su vocación de servicio. Desde así comenzó a relacionarse con las organizaciones de padres y apoderados y también con los extintos centros de madres. Si bien la labor la mantiene activa a sus 82 años, reconoce que también esta función a rato puede ser ingrata.
“Algún día, quizás lo voy a proponer, deberíamos recibir al menos una ayuda, ya sea para la locomoción o para el teléfono, para algunos gastos. Somos los que sabemos todos los problemas que tiene la comunidad. A nosotros nos llegan las quejas, estamos mirando qué necesidades hay y somos los que llevamos esta necesidad a las autoridades municipales. (…) Lo que pasa siempre, es que hay veces que la gente que no hace nada y en los WhatsApp critica a los que estamos trabajando y que no tienen ningún derecho para eso. Ahí es un poquito ingrata, porque uno sabe que está trabajando, pero si por alguna razón usted no le hizo un favor a esa persona, que tal vez ni lo necesitaba tanto como otros, se pone en contra de la directiva”, sostiene.
Durante sus años de gestión vecinal “Juanita” le ha dado un espacio preponderante a las raíces de Santa Elvira, a través del arte resaltando el papel de las lavanderas.
“Su vertiente abasteció con agua para el terremoto del 39 a todo Chillán y sus alrededores. Junto con eso hay un lavadero que es la continuación de la vertiente. Este lavadero era donde antiguamente las señoras iban a lavar su ropa, los niños se iban a bañar, era como una piscina popular. Hay mucha historia bonita. Entonces, para tener el recuerdo de la historia y de las lavanderas, a través de un proyecto de la municipalidad, hicimos un mural muy bonito en calle República, esquina Freire. Ahora, estamos haciendo otro, con la misma historia, porque por Santa Elvira pasaba un trencito también, todo eso está en otro mural nuevo”, valora.
La seguridad ha sido una de las principales demandas debido a que el sector ha sido blanco de delincuencia y venta de sustancias ilícitas. Si bien durante su gestión se concretó la instalación de cinco cámaras de vigilancia, ahora buscan la implementación de otros cinco equipos más y la incorporación de vecinos patrulleros encargados de vigilar el barrio.
“Ahora tenemos cinco y postulamos a otro proyecto por otras cinco, siempre para lugares estratégicos, por la inseguridad que estamos viviendo a través del país. Han robado en casas, en la calle. También han robado autos. Entonces queremos prevenir antes. Tener un equipo de personas que ojalá vayan rondando de vez en cuando en las noches. Tener una especie de equipo, pero con vecinos. Para eso hicimos una reunión con Seguridad Ciudadana, también con el comandante del regimiento y con carabineros, para que nos vayan indicando hasta dónde podemos llegar”, explica.
Mejoras para Ñuble Alto oriente
Ester Quiñonao es presidenta del sector rural Ñuble Alto Oriente o conocido como “La engorda” donde habitan cerca de 300 vecinos. Además, es vicepresidenta del Consejo de Sociedad Civil (Cosoc). Entre los principales avances como dirigente, destaca, un taller de fútbol gestionado para los niños del sector, así como la adjudicación de recursos, mediante una subvención municipal y proyecto de Cmpc, que les permitió construir un lugar de encuentro para los vecinos. Además, ha conseguido mejora de infraestructuras clave, como caminos , acceso a internet y extintores tras estar cara a cara con el fuego durante el verano pasado.
“Fuimos los sectores afectados por los incendios, quedamos rodeados, así que compramos 11 extintores para que los vecinos salgan a ayudar. Y un generador, porque cuando había un incendio se cortaba la luz y quedábamos sin agua. La municipalidad nos pasó un estanque de agua grande, y ahora nosotros tenemos el generador, y con el generador todos los vecinos tienen agua. Hay que ir a buscarla, claro, pero nadie se queda sin agua”, relata.
Además, adelanta que postularon un proyecto FRIL para instalar luminarias en su sector. “Nos van a poner 20 luminarias led en la entrada del sector y eso ya creo que se va a concretar el próximo año, pero le cambia radicalmente la entrada a las personas porque entrábamos al sector y era oscuro, un hoyo negro. Eso ya lo postulamos”, dice.
Ester coincide que ejercer este rol conlleva a ratos sinsabores, sin embargo, aclara que al final las mejoras que se concretan terminan devolviendo la motivación para seguir adelante. “A lo mejor es súper ingrata la labor de dirigente porque muchas veces la gente no te apoya, no te ayuda. (…) Cuesta que se involucren, la gente cada día está más individualista”, admite.
De cara al futuro, Ester cierra anunciando que se espera mejorar la conectividad en el lugar. “Queremos la mejora de nuestros puentes que son como el acceso principal al sector. Porque, por ejemplo, si se corta un puente, nosotros quedamos completamente aislados. Hoy ya se está ejecutando uno”, finaliza.
Promotora del progreso rural
Hace más de 20 años, Natividad Lagos ha impulsado el desarrollo de las comunidades rurales, la agricultura, las tradiciones y el emprendimiento, a través del liderazgo en organizaciones como el Comité Campesino de Rucapequén, del Consejo de Organizaciones de la Sociedad Civil (Cosoc) y actualmente como presidenta del Consejo Vecinal de Desarrollo en Quiero mi Barrio Rucapequén. Desde los diversos cargos como dirigente ha colaborado con el emprendimiento y la cultura trabajando con pequeños productores del mundo rural y artesanos, colaborando con la implementación del Mercado Campesino de la localidad, que funciona de octubre a mayo, entre otras acciones.
“Hemos logrado visibilizar a Rucapequén a través de un mercado campesino que funciona todos los domingos. Realizar actividades recreativas y tradiciones como la fiesta de la vendimia. La siembra de la menguante de octubre y la fiesta del zapallo. Son actividades donde ha venido gente de afuera. Ahora postulamos a un fondo de equidad de género donde vamos a fortalecer a las mujeres con talleres de autoestima y de valorización de las actividades que ellas realizan. También vamos a hacer un conversatorio con esos recursos, sobre soberanía alimentaria”, valora.
No obstante, la labor de un dirigente comunitario no está exenta de desafíos. Natividad reconoce que, en ocasiones, el trabajo se ve obstaculizado por factores políticos y la falta de reconocimiento por parte de la comunidad. “Yo trabajo con la autoridad que está de turno. No tengo color político. Claro, porque hay dirigentes que son vetados porque no opinan igual que un alcalde o no les gusta la corriente de él y esa comunidad no recibe beneficios”, expresa.
“Porque la gente no se pone en el lugar de uno, no valora el tiempo que uno destina para trabajar por la comunidad. Aparte de todos estos cargos que tengo, soy secretaria de la cooperativa del agua potable. Hemos tenido una crisis de agua hace como dos semanas, y la gente reclama qué pasa, por qué no tenemos agua, que nosotros pagamos un derecho. Entonces, la gente no valora el tiempo del dirigente porque el dirigente no es pagado. Nos tenemos regalías, pero hay que gestionar, hay que gastar teléfono que nadie paga (…)”, añade.
Expresa que su mayor motivación es que las oportunidades lleguen a todos. “El ver a una persona feliz y desarrollándose, vender sus productos, obtener su casa propia o un subsidio es lo que a uno le enorgullece el corazón de que las cosas lo están haciendo bien”, enfatiza.