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Chillán es la tercera ciudad del país con mayor déficit de precipitaciones

El paso del último sistema frontal por la Región de Ñuble, entre el 19 y 20 de septiembre, dejó lluvias, tormentas eléctricas y riesgo de fenómenos extremos, lo que llevó a mantener activa la Alerta Temprana Preventiva Regional. Sin embargo, las precipitaciones registradas fueron insuficientes para revertir el déficit hídrico de 40,3%, que ubica a la capital regional como la tercera ciudad con menor acumulación de agua caída en Chile.

Y se cuentan las ciudades del centro y sur del país, Chillán es la que mantiene el déficit más alto a nivel nacional.

De acuerdo con el Aviso A359-2 de la Dirección Meteorológica, se proyectaban para el fin de Fiestas patrias precipitaciones normales a moderadas en la precordillera el 19 de septiembre, mientras que el Aviso A365, emitido al día siguiente, advirtió probables tormentas eléctricas y granizos en toda la región, desde el litoral hasta la cordillera.

Estas condiciones fueron confirmadas en terreno, con descargas eléctricas, granizos y chubascos en diversas comunas. El Sernageomin, por su parte, alertó sobre un peligro moderado de remociones en masa en litoral, valle y precordillera, y bajo en cordillera. El Centro Meteorológico Marítimo sumó un aviso especial por la formación de nubes convectivas, capaces de generar trombas marinas en la franja costera, lo que si bien no afectó a Ñuble, sí se vio en zonas cercanas como Linares.

Frente a este panorama, el Senapred Ñuble mantuvo la alerta preventiva vigente desde el 17 de septiembre, reforzando la coordinación del Sistema Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Sinapred) para responder a eventuales emergencias.

El déficit persiste

Según el Informe Climatológico Diario Nacional, al 22 de septiembre Chillán acumula 487,6 mm de precipitaciones, muy por debajo de los 817,1 mm normales para la fecha. Esto representa un déficit de más del 40%, solo superado en gravedad por los casos de otras dos ciudades del país, ambas del norte, como Iquique (-100%) y Antofagasta (-75,6%). En contraste, en igual fecha de 2024 la capital de Ñuble registraba 712 mm, lo que confirma una caída sostenida en los aportes de agua en un año de comparación.

La escasez de lluvias no solo compromete la recarga de napas y embalses, sino que anticipa un verano con menor disponibilidad hídrica y mayor riesgo de incendios forestales. Especialistas advierten que estos frentes, aunque intensos en lapsos cortos, no logran compensar la brecha estructural de agua acumulada en la región.

Pronósticos para primavera

Chile nuevamente cierra un invierno marcado por la sequía: entre Valparaíso y Puerto Montt, las lluvias estuvieron por debajo de lo habitual, mientras que la nieve también registró déficits históricos.

El agroclimatólogo de la Universidad de Talca, Patricio González Colville, advirtió que la megasequía continúa y que la primavera podría ser aún más seca y calurosa, debido al probable desarrollo del evento de La Niña.

El especialista recalcó que, la primavera para los agricultores es de especial precaución, porque los cultivos se encuentran en floración. “Septiembre es bastante complicado en cuanto a pronóstico porque estamos saliendo de un invierno muy frío y seco, en transición a un período progresivamente más cálido y seco, por lo cual es un mes de ‘bisagra’ entre dos estaciones, donde se alternan temperaturas frías y cálidas y los últimos sistemas frontales de invierno. La recomendación es que hay que tener cuidado con las heladas tardías de septiembre, que podrían ocurrir después de una lluvia”, aconsejó.

De acuerdo con el experto, actualmente en la zona agrícola central de Chile está en una situación neutra, “esto quiere decir que no estamos ni con el evento del Niño o de la Niña. Sin embargo, los modelos probabilísticos estiman que, entre octubre y diciembre 2025, debiese haber un evento de la Niña entre débil a moderado. Probablemente pudiese extenderse hasta marzo del 2026”.

Respecto a la primavera, el agroclimatólogo adelantó que van a predominar los cielos despejados, “la probabilidad de precipitación es escasa, lo cual es bueno para la agricultura porque las lluvias en primavera suelen ocasionar daños, sobre todo si son granizadas localizadas o vienen acompañadas de masas de aire frío”.

Si bien, esto no mejoraría la situación deficitaria de lluvias, otras variables primaverales podrían hacer descender la humedad relativa en el aire, generando cielos despejados y una atmósfera más seca, lo que contribuye a una mayor radiación solar.

“A partir de octubre se empiezan a manifestar los días de calor, elevando las temperaturas máximas extremas en rangos progresivos entre 25° a 33° C, tal como ha sido en las temporadas primaverales en años anteriores, donde hemos estado bajo el régimen del evento de la Niña”, explicó González.

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