Señor Director:
Hasta antes del plebiscito del 4 de septiembre, en las distintas elecciones, como consecuencia del voto voluntario,
votaba alrededor de la mitad de la población que tenía derecho a voto. Los que votaban se dividían aproximadamente en
dos partes, de manera que el ganador lo hacía con alrededor del 25%. En otras palabras, el ganador se instalaba en el poder
con alrededor de la cuarta parte de los ciudadanos. Fue la consecuencia del voto voluntario. Estas cifras se vinculaban a otras
igualmente engañosas: Cuando en Santiago salían a la calle 200 mil personas y a lo largo del país otras 200 mil, incluso en
esa gran concentración que, según algunos alcanzó al millón de personas, sostuvimos siempre que esas ruidosas manifestaciones no correspondían al Chile profundo, sino más bien al Chile furioso, unos cuantos con razones y otros con las razones
de su odio a un sistema que, objetivamente, estaba cambiando para bien la economía y la sociedad de Chile.
Lo hemos dicho en más de una oportunidad: ese Chile que ha visto mejorar sustancialmente las condiciones de vida
en relación a sus padres, que han llevado a sus hijos a la universidad, tiene auto y consume carne a nivel europeo, no
protesta, no tira piedras, no escupe un sistema a todas luces superior a lo conocido en el pasado.
Es obvio que hay insuficiencias y rezagos, abusos inaceptables, no solo de los empresarios, también de los políticos.
Siempre la sociedad estará inconclusa, lo importante es saber si estamos o no mejor que ayer y antes de ayer. El 4 de
septiembre habló el Chile profundo, es de esperar que siga hablando para parar el carro a los desvaríos ideológicos.
Alejandro Witker
Historiador
