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Señor Director:
Vamos a ser directos: el que maneja habiendo tomado es un pelotudo. Lo dijo el Presidente y sin pelos en la lengua, no hay que darle vueltas al asunto.
Lamentablemente tu vida no es la única en riesgo: peatones, ciclistas, pasajeros y otros conductores inocentes que no tomaron, que se cuidaron y que tuvieron la voluntad que tu no tuviste pueden perder la vida y destruir familias por tu irresponsabilidad y falta de autocontrol.
Por otro lado, si eres de los que sí se cuidó, de los que saben realmente como pasarla bien, es el momento de ser pesados, de verdad, con quienes no. Si ves a alguien que quiere manejar después de beber, quítale las llaves. No importa ser el amigo molestoso o desagradable o metido. Es mejor ganarse un enojo y molestia que ser cómplices de un accidente con heridos y muertos.
Nos jactamos de la amistad y de ser “buenos amigos”, pero es en esos momentos donde realmente se nos pone a prueba.
Basta un cruce imprevisto, un despiste mínimo, un error de otro al que no alcanzaste a reaccionar y de repente tu vida y la de otros cambian para siempre. ¿Valió la pena? Hoy en día hay mil formas de volver a casa sin arriesgar vidas: taxi, Uber, el conductor designado del seguro, el amigo sobrio de turno o, por último, te quedas, aunque molestes. No tiene sentido arriesgarse, arriesgar a otros y terminar estas fiestas famoso, en las noticias, en el suelo, junto a un auto destrozado y tapado por una manta azul.
Rodrigo Serrano
Vicepresident