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Cerca de 25.500 ñublensinos han sido diagnosticados con problemas de salud mental

Las deficiencias en materia de salud mental reflotaron dolorosamente en Chillán en las últimas semanas, luego que una mujer se suicidara lanzándose de el piso 13 de un céntrico edificio en calle 18 de Sepiembre; días después la comunidad local se impactó con la muerte de una niña de 12 años, quien cayó desde el quinto piso de la unidad de Pediatría del Hospital Herminda Martín, al que había ingresado como paciente de la unidad de Salud Mental, que a la fecha no cuenta con camas para pacientes infanto-adolescentes.

Mientras la PDI investigaba este caso, que dejó al padrastro de la menor en prisión preventiva y su casa incendiada por vecinos en la comuna de Bulnes, las fotografías de un hombre totalmente desnudo recorriendo el centro de Chillán a plena luz del día, se viralizaron entre los internautas locales.

Tres meses antes de esto, en el último foro de Salud Mental llevado a cabo en la Universidad de Chile se concluía que sin salud mental no hay salud posible. No hay sociedad posible, ni avances en ninguna materia tampoco.

Conforme a Claudia Quezada, psiquiatra infanto-adolescente y jefa del departamento de Salud Mental del Servicio de Salud Ñuble, algunos de los factores de prevalencia en materia de afectación a la salud mental son la pobreza, la ruralidad desatendida, el consumo de drogas y alcohol, las exigencias sociales, laborales y la soledad.

Desafortunadamente, Ñuble cuenta con casi la totalidad de esos créditos. Si a eso le sumamos la pandemia, los efectos del octubrismo, un agotamiento social ante la inmigración ilegal o el aumento de la delincuencia (transversales en el país) y los desastres que dejaron los incendios forestales en febrero y las inundaciones de junio, es posible entender el contexto que explica que desde el 2018 a la fecha, las consultas por problemas de salud mental han aumentado en casi un 40%.

Es más, conforme a estudios realizados por entidades como la Asociación Chilena de Seguridad o la Universidad Católica de Chile, apuntan a que en el país, más de 60% de las personas admite tener síntomas de depresión.

“Y esas cifras también son las que tenemos en la región. Es algo que sentimos que está reventando en todo el país”, explica la doctora.

Nuestra región puede parecer un botón de muestra (de oro) para reflejar un problema nacional, si se considera que fue en 1993 cuando se realizó el primero y único Plan de Salud Nacional, el que por cierto jamás ha sido sometido a análisis que les permitan a los gobiernos de turno comprobar qué acción sirvió, cuál fue un fracaso y qué hay que mejorar.

Pero mientras el año pasado fueron en total 1.718 los casos que llegaron a la Atención Primaria de Salud (se resolvió 73% en la misma APS y el 31% se envió a Especialidad), los datos del SSÑ muestran que en la actualidad, 25.591 personas están en control en centros de salud de Ñuble por patologías de salud mental.

Como otro indicador de la compleja situación regional, asoma la tasa ideal de Centros de Salud Mental (Cosam) establecida por el Ministerio de Salud y que dice que debe haber una de estas unidades por cada 50 mil habitantes y en Ñuble hay sólo cuatro. Es decir, faltan cinco.

Y si bien el hospital Herminda Martín cuenta con una unidad de Salud Mental con camas para internar a los pacientes que presentan cuadros que requieren observación permanente, éstas sólo son para adultos y hay 26 disponibles. 26 menos de las que debería haber.

Actualmente, el presupuesto para salud mental en Chile es del 2,78% del total destinado a salud. Ello es algo inferior al 6,2% y 7,2% de Estados Unidos y Canadá, respectivamente.

La cobertura de atención en salud mental alcanza, aproximadamente, a no más del 20% de la población. Por el contrario, en países de medianos ingresos, la cobertura llega al 50%.

Por lo anterior, un grupo de parlamentarios solicitaron que los centros de salud mental tengan un mayor nivel de resolutividad.

Esto, contribuyendo, de igual manera, en la reducción de la necesidad de camas psiquiátricas que requiere el sistema.

En la ruralidad

Siempre desde la arista política de la materia, fue la doctora y diputada por Ñuble, Marta Bravo, quien presentó un proyecto de resolución destinado a proteger a los adultos mayores del corte de servicios de energía y agua por deudas contraídas durante el contexto de la Emergencia Sanitaria por la pandemia de COVID-19.

El proyecto llega en un momento crítico, y de ser acogido por el Gobierno, podría beneficiar a más de 85.000 residentes de la Región de Ñuble que son mayores de 60 años, lo que equivale al 17% de la población regional.

En el plano nacional, la cifra se amplía a 3.449.362 personas mayores de 60 años y más, lo que representa un 18% del total de la población nacional que podría acceder a esta facilidad.

La legisladora sostuvo que durante la pandemia, muchos adultos mayores se vieron afectados económicamente, con dificultades para cubrir sus necesidades básicas, lo que ha llevado a deudas crecientes de servicios básicos.

Aunque el Congreso Nacional aprobó la Ley de Servicios Básicos, que permitió prorratear deudas impagas de luz y agua, Bravo sostuvo que la medida es insuficiente.

La diputada gremialista argumentó que muchos adultos mayores dependen de la Pensión Básica Solidaria para llegar a fin de mes y que el aumento del costo de vida en los últimos meses ha complicado su capacidad para pagar.

“Si a un adulto mayor se le suspenden los servicios de agua potable y/o luz eléctrica, se pone en riesgo su salud física y mental”, ejemplificó la parlamentaria.

La doctora Claudia Quezada explica que para hacer frente a la insuficiencia logística, las personas en la ciudad, por el momento, reciben la atención en el Crae (Centro de Responsabilidad Ambulatoria) del Hospital Herminda Martín.

“Pero para las personas de los sectores rurales es más complejo este proceso. Hay factores culturales y estigmas que aún son un problema, por lo demás, está el factor tiempo y el económico, porque para ellos, atenderse significa viajar desde sectores lejanos”.

Al menos, Ñuble ya cuenta con dos Cosam Móviles y pronto se enviará un tercero a Punilla. También hay duplas sicosociales trabajando para los afectados por los incendios.

“Se atienden en sus propios hospitales comunitarios con los equipos de refuerzo, y en los casos más graves se atienden en los domicilios. También contamos desde el 2109 con un proyecto en curso para el hospital de San Carlos, que se paralizó por la redestinación de recursos que significó el Covid 19, pero ahora esperamos que se retome”, añadió la jefa de Salud Mental del SSÑ.

El niño se porta mal

Los primeros diagnósticos de problemas de Salud Mental en los niños de la Región de Ñuble aparecieron cuando comenzaron a llegar los primeros psiquiatras infanto-adolescentes a la zona. Esto apenas hace 12 años.

“Antes de eso, se pensaba que los niños no tenían este tipo de problemas, se decía normalmente que el niño se portaba mal, pero nadie asociaba esas conductas a problemas relacionados con la salud, entonces no eran casos tratados”, observa la doctora Quezada.

Hoy los menores con cuadros más complejos y que requieren ser internados en el Hospital de Chillán, al no poder ser ingresado a la unidad de adultos, son ubicados en camas de la Unidad de Pediatría, que evidentemente no está adaptada para esos fines.

Eso explica, por ejemplo, el que la menor fallecida a fines de julio, sólo un par de horas antes del incidente que le costó la vida, ya había tratado de arrancar del hospital, siendo encontrada por el personal en la sala de recepción del primer piso.

Antiguamente se pensaba que los niños no padecían de problemas de salud mental, sólo recientemente se han comenzado a diagnosticar. Antes se hablaba sólo de niños que se portaban mal, pero ahora ya se entiende que hay una relación entre esas conductas y los trastornos de ánimo.

“Toda esta epidemiología ha ido cambiando, como también lo ha hecho nuestra sociedad. En Ñuble uno de los factores que más influyen en la salud mental es la soledad en los adolescentes, lo que se manifiesta en la impulsivilidad o consumos de sustancias. Los primeros siquiatras infantiles llegaron hace apenas, 12 años, entonces han comenzado a aumentar las coberturas, pero también van apareciendo las necesidades”, apunta la especialista.

Como es evidente, que aún no es generalizado el concepto de estar ante un problema de salud, cuando se está frente a un niño con trastornos de personalidad, la doctora advierte que “cuando algún síntoma interfiere en al menos dos ámbitos de la cotidianeidad, por ejemplo, en el trabajo y en la casa; o en el colegio y en la casa, entonces se trata de un problema que afecta a la mayor parte de la vida de las personas y debe tratarse”.

Con la pandemia irrumpieron el teletrabajo y las clases telemáticas.

Muchos niños que finalizaron el Séptimo o el Octavo Básico, al volver, se encontraron con ambientes diferentes, otro grupo de personas y exigencias mucho mayores.

A no mucho andar del retorno a la presencialidad, la Seremi de Educación y la Educación Municipal, debieron enfrentar decenas de casos de violencia, que incluyeron heridos con armas cortantes, presencia de armas de fuego y golpes al profesorado.

La estrategia fue generar más y mejores instancias de convivencia, deporte y actividades al aire libre.

Las exigencias para las unidades de Salud Mental en la Región seguían estirando una cuerda que ya parece no soportar mucho más.

La mujer se deprime, el hombre…

De acuerdo a los datos del Servicio de Salud Ñuble, Antes de la pandemia se hablaba que había un 22% de la población afectada por algún problema de la salud mental, pero se estima que deben ser un 35%. Y aunque todavía no se hacen los estudios, hay algunos que nos muestran cifras preliminares en esa área.

Pero no sólo la falta de especialistas o de equipo e infraestructura suponen un obstáculo a los profesionales de la salud para tratar a la población local.

“Hay muchas personas que no piden ayuda porque piensan que lo de ellos es algo que puede desaparecer solo, que ellos mismos pueden resolverlo o bien, hay personas que por este estigma que aún existe, de pensar que una persona con problemas de salud mental es alguien que está loco, los hace desistir de consultar” advierte la doctora.

Para la siquiatría aquí también se cumple la regla de que si el problema me afecta en más de un ámbito (trabajo y casa, por ejemplo) se debe estar alertas. Lo mismo cuando un síntoma está presente por más de dos semanas, y se debe estar, por último, atentos a la gravedad del síntoma.

La realidad es que -quizás- la mayoría de los adultos buscan ser su propio médico. El problema es que “hay un dicho que dice La Mujer se Deprime y el Hombre Toma, cuando pasa por estos problemas”, advierte la facultativa y deja expuesto un consecuencia que lo empeora todo: el consumo de drogas, alcohol y fármacos sin prescripción médica.

“Esos casos corresponden a la tercera consulta más frecuente. Hasta junio de 2023, tenemos 1.522 usuario en población bajo control por consumo perjudicial de alcohol y drogas. De ellos, el 68% es tratado en las APS y un 31% en Especialidad”, explica la doctora.

El panorama no es auspicioso si se entiende que, por ejemplo, Carabineros y la PDI han incautado más de 380 kilos de diversas drogas este 2023, lo que representa casi un 400% más que en años anteriores, reflejando que las drogas circulantes en la región son mucho más que lo que había años anteriores.

A esto se suma la venta clandestina cada vez más frecuentes de medicamenos en el comercio ambulante.

En cuanto al consumo de alcohol “como municipio hemos ido reforzando todo lo que se ha podido en materia de fiscalizaciones a los locales de venta de alcohol”, explica el concejal Joseph Careaga, quien hasta julio fue -por 8 años- presidente de la comisión Alcoholes del concejo municipal de Chillán.

“La norma de la OMS dice que debe haber un local de expendio de alcoholes por cada 600 habitantes, lo que acá se supera con largueza, pero cuando comenzamos con la política de ir eliminando patentes y no seguir renovando, había dos mil locales en Chillán y yo tenemos 700, aunque sí seguimos teniendo problemas con algunos locales clandestino”, añadió.

Pocos, pero existen

Finalmente, está el estigma y la caricatura del paciente de Salud Mental. Si bien el problema se puede manifestar de innumerables maneras, el imaginario popular los imagina violentos o lunáticos, pese a que representan un número muy reducido.

“Pero existen, y los tenemos identificados”, dicen en el SSÑ.

Los casos se manifiestan en público y se hacen virales, ahondando más el estigma.

La concejal Quenne Aitken, hace unos meses explicó ante el Concejo que había algunos casos que estaban realmente aproblemando a algunos vecinos, “como el de un hombre que vive en un edificio céntrico y es muy violento; y otro de un edificio en calle Brasil, cuyos vecinos incluso salieron quejándose en un canal de televisión”, comenta.

La edil, además ha llevado una consigna interna por denunciar malos tratos y abusos dentro de algunos departamentos municipales, “porque debemos mejorar. El bienestar no sólo debe ser cosa de actividades, también se debe escuchar y contener”, advierte.

Por último, tampoco pasó inadvertido un ataque que se generó en la unidad de Salud Mental del Herminda Martín contra el personal de esa sección.

Cinco pacientes hicieron armas cortantes con utensilios plásticos y trataron de agredir a los funcionarios.

Según la directora del hospital, Luz María Morán, los internos “intentaron salir de la Unidad sin autorización agrediendo al personal que trató de contenerles. El incidente no tuvo consecuencias de mayor consideración, ni para el personal ni para los pacientes salvo la obvia conmoción que este tipo de eventos disruptivos provoca”.

Nadie puede discutir el lugar común que apunta a que la Salud Mental es “el patio trasero” de la salud.

Al menos queda el anuncio presidencial de julio pasado en el que el Presidente Gabriel Boric dijo que “Nunca más las personas estarán solas para enfrentar sus necesidades en salud mental”.

Sólo el tiempo dirá si los proyectos en Ñuble llegarán de forma oportuna, porque la prevalencia aumenta y la brecha se mantiene.

Felipe Ahumada

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