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Centro político

Señor Director:
Desde una perspectiva histórico política, el color amarillo se ha asociado a los liberales ; quienes se entienden personas abiertas y tolerantes con otras personas que así lo necesitan y sus opiniones, que tienen costumbres e ideas libres, sin prejuicios y favorecen las libertades individuales. Por otra parte, ya existió el sindicalismo “amarillo” en la Francia desde fines del Siglo XVIII, en que obreros contrarios a las huelgas usaban este color para distinguirse de los socialistas. En nuestro país, desde los años setenta, la interpretación de “ser amarillo” se ha asociado con la falta de definición, de buscar la ancha franja del medio, evitando tomar posiciones claras y zigzaguear de un lado a otro.

Todo lo anteriormente descrito nos puede llevar a definir a una persona con pensamiento político tachado de amarillo como alguien alejado de los extremos ideológicos políticos de izquierdas o derechas propios de la guerra fría del “siglo pasado” , regímenes doctrinarios que no se distinguían precisamente por ser tolerantes ni respetuosos de las libertades personales.

Bajo esta idea conceptual, podríamos señalar entonces que la mayoría de los ciudadanos que votamos rechazo a la propuesta constitucional el pasado 04 de septiembre sumando el 62% ,lo cual resulta ser además una expresión electoral abrumadora, somos personas de opiniones políticas más bien moderadas ,”amarillos” , que dijimos No al mencionado documento el cual estaba escrito bajo la influencia de claros paradigmas ideológicos de extrema izquierda.

Es de esperar entonces que el nuevo proceso constituyente que está en marcha, sea conducido por ese amplio espacio central en donde transitamos los ciudadanos medios, en el cual se respete el derecho a decidir sobre su propia existencia en todos los ámbitos de su vida sin atropellar los derechos del otro, la Igualdad de oportunidades de todos los ciudadanos sin fijamiento de su origen étnico-social y la justa protección social por parte del estado a quienes realmente lo necesiten sean los ejes centrales de esta nueva discusión Constitucional.

Augusto Guillermo Aranís

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