Los resultados del Censo Agropecuario 2021, que entregó recientemente el INE, dan cuenta de una reducción de la superficie agrícola a nivel nacional y de una redistribución del uso del suelo en la región de Ñuble -en comparación con el último Censo de 2007-, donde destacan las alzas de los frutales (136%) y los semilleros (39%), y por otra parte, una fuerte disminución en forrajeras (-48,5%), en cultivos industriales (-29%) y en vides viníferas (-60%), así como en algunos cultivos tradicionales, como leguminosas y tubérculos (-39%) , y en la ganadería bovina (-31%) y ovina (-41%).
Competencia por el uso del suelo
César Rodríguez, seremi de Agricultura, afirmó que la aplicación del Censo se hizo en pandemia, lo que implicó algunas dificultades en la aplicación, lo que hace más difícil la comparación con 2007.
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“Existe una tasa de no logro en el Censo, que se define como la superficie de unidades que fueron identificadas, pero a las cuales no fue posible aplicar el cuestionario. A nivel nacional, el INE reporta una tasa de no logro del 8,7% y, para el caso de Ñuble, esa tasa es del 28%. Por tanto, el INE y Odepa han conformado un panel de expertos para que evalúe la situación y dé recomendaciones sobre como subsanar estos vacíos de información para el establecimiento de un marco muestral para las encuestas continuas y para lograr una mejor caracterización del sector”, explicó la autoridad.
Dicho esto, Rodríguez afirmó que una de las principales conclusiones es que “ha disminuido la superficie de la actividad agrícola, en la región se observa en casi todos los rubros, excepto en el frutícola, que es una de las pocas que ha crecido”.
“Hay una disminución del uso del suelo agrícola sobre ciertos rubros, fundamentalmente praderas, que están ligadas a la ganadería, y también de muchos cultivos tradicionales. Mucha de esta superficie perdida se destinó a otras actividades, lo que no indica este Censo, pero uno puede pensar que se utilizó para absorber el crecimiento de las ciudades y para las parcelaciones, que es evidente. También se observa una migración desde los cultivos tradicionales, ganadería y los cultivos industriales -fundamentalmente remolacha-, hacia la fruticultura, especialmente en la zona del valle regado y precordillera, donde irrumpen los berries, como los arándanos, y en la última etapa, de los frutales de nuez, como el avellano europeo”, sostuvo el seremi.
Igualmente, descartó que la menor superficie agrícola sea consecuencia del avance las plantaciones forestales, ya que en este periodo intercensal la superficie forestal ha tendido más a la mantención que al crecimiento, a diferencia de periodos anteriores.
Respecto al avance de las parcelaciones en suelo agrícola, el seremi lo calificó como una mala noticia. “Se puede entender la necesidad de crecimiento de las ciudades, pero lo más preocupante tiene que ver con zonas de alta ruralidad donde hay parcelaciones, que no son familiares, sino que constituyen negocios inmobiliarios, los que para nosotros tienen un vicio de legalidad, porque están cambiando el objetivo, ya que la ley señala que la subdivisión de un predio rural es para mantener la actividad silvoagropecuaria”, expuso el profesional.
Frente a las críticas de algunos dirigentes gremiales por la ausencia de políticas de Estado que contribuyan a fortalecer la agricultura y contrarrestar el fenómeno de las parcelaciones, Rodríguez aseveró que sí existen políticas. “Existen políticas, de fomento a la inversión, también desde el punto de vista de la inversión pública, hay un mejor vivir en el mundo rural, hay más electrificación, mejor conectividad, mejores caminos; y en la política agrícola, podemos decir que es la estabilidad de los programas que tiene Chile, que no tienen otros países; quizás la discusión tiene que ver con la cobertura, con la cantidad, que a veces puede ser insuficiente para generar dinamismo de crecimiento agrícola (…) Y por otro lado, el negocio inmobiliario es muy rentable y tiene menor riesgo financiero”, argumentó.
Consultado por la baja de rubros tradicionales, como la ganadería y las leguminosas, reconoció que la apertura comercial de Chile ha contribuido a concentrar los esfuerzos en aquellos rubros donde existen ventajas competitivas, como los frutales. Sin embargo, indicó que desde la perspectiva de la soberanía alimentaria, la pandemia planteó el desafío de bajar los costos, incorporar más tecnología a los cultivos tradicionales y aumentar la productividad del suelo.
Por otro lado, el seremi también destacó los resultados positivos del Censo, como los mayores niveles de eficiencia en comparación con 2007, que se traducen en rendimientos más altos, algo que se relaciona con el aumento del riego tecnificado; y también apuntó a “un sello de la región de Ñuble, que es su diversificación productiva. Tenemos vocaciones distintas y eso nos abre a la posibilidad de abordar distintos mercados, pero también nos permite ir adaptándonos al cambio climático. Lamentablemente, hemos perdido diversidad en el mundo pecuario, tenemos menos masa ganadera, tenemos menos praderas; eso es un tema que debemos discutir, porque ahí tenemos una pérdida de valor”.
Ausencia de políticas
En opinión del especialista en economía agraria de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Concepción, Dr. Raúl Cerda, la reducción de la superficie no es un fenómeno nuevo y recordó que viene ocurriendo desde “la época en que se fijaban bandas de precios para proteger la agricultura, pero cuando partimos en los años noventa con los acuerdos comerciales entramos a competir a nivel internacional, y ahí muchas tierras agrícolas no fueros capaces de competir, eso hizo que mucha gente se fuera del campo; además de otras políticas internas, como el DL 701 de fomento forestal, que funcionó 40 años, piense que hoy tenemos más superficie forestal que cultivos”. En ese sentido, planteó que “el fomento forestal le hizo daño a la agricultura de Ñuble, produjo una migración rural-urbana potente, basta con ver la precordillera andina que antes se sembraba de trigo y hoy está lleno de plantaciones forestales; para qué hablar de la disminución de viñas”.
Cerda apuntó que, así como en el pasado fueron los tratados de libre comercio y el avance de las plantaciones forestales las que contribuyeron a reducir la superficie agrícola, hoy es el uso inmobiliario la gran amenaza para el agro. “Lo peor de todo es que los loteos están el valle, justamente donde se dan los cultivos. Ya en el Censo anterior de 2007, ya había 300 mil hectáreas menos a nivel nacional en comparación con 1997; hoy son más de 700 mil. Es decir, desde 1997 a la fecha se han perdido un millón de hectáreas. No es algo menor”, enfatizó.
“El tema de fondo es cuánto valora la sociedad el sector agrícola. Es una mirada despectiva, pero cuando ocurrió la pandemia ahí empezó la preocupación, en momentos críticos se dan cuenta que hay agricultura y que sería bueno tener un sector agrícola que permanezca en el tiempo, porque me da seguridad alimentaria”, afirmó el académico, quien criticó que “nosotros no hemos tenido políticas agrícolas, la última que recuerdo del exministro Rojas que planteó el desafío de ser potencia agroalimentaria, ahí había un norte”.
“Necesitamos una política que, si bien reconozca que no somos competitivos en algunos rubros, los apoye, porque los necesitamos, como la ganadería. Se requieren incentivos permanentes. En Reino Unido, por ejemplo, el agricultor recibe un bono del Estado independiente de cuánto produzca”, manifestó.
El investigador destacó que, si bien se ha reducido la superficie regada a nivel nacional en estos 15 años, la producción no ha disminuido. “La agricultura empezó a usar mejor el agua y hoy tienes menos superficie de cultivos y produces lo mismo o más”, lo que, si bien es una buena noticia, también evidencia que “en algunos rubros se ha llegado al techo en los rendimientos, ya estamos en un tope tecnológico”. En ese sentido, reconoció que sí hay espacio para incrementar la cobertura del riego tecnificado, principalmente en aquellos cultivos más rentables.
Otra buena noticia, según el Dr. Cerda, es el aumento de la superficie de frutales. “Está cambiando la estructura productiva, este Censo lo demuestra y seguramente va a seguir cambiando. Los cereales se han mantenido, pero los frutales subieron más del doble, un avance a costa de praderas naturales y de otros rubros.
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