El terremoto ocurrido el 24 de enero de 1939 en Chillán marcó para siempre a la ciudad y Ñuble.
Aproximadamente 30 mil personas murieron, y la vida como hasta entonces se llevaba en el territorio, cambió.
Gran parte de la arquitectura chillaneja quedó reducida a escombros, y la Catedral fue uno de los edificios afectados de manera insalvable. La estructura religiosa databa de la última refundación de la ciudad, del año 1835, y su pérdida obligó a la autoridades comunales y eclesiásticas de la época a levantar una nueva infraestructura para la Diócesis, en los cimientos donde se emplazaba la desaparecida infraestructura del siglo XIX, en la esquina nororiente de la Plaza de Armas.
Pero el proyecto arquitectónico que daría vida a la nueva Catedral no estuvo exento de cuestionamientos y observaciones de parte de aquellos que no compartían el estilo rupturista que proponía el arquitecto Hernán Larraín Errázuriz -sobrino del entonces obispo, Jorge Larraín Cotapos-, quien lanzó la idea en el marco de su proyecto de titulación como arquitecto de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
La iniciativa incluía una Cruz Monumental y el edificio del Obispado, y Larraín Errázuriz debió justificar su obra en una sociedad chillaneja conservadora, apegada a lo tradicional, y que no entendía su creación inspirada en arquitecturas europeas que nada tenían que ver con el tema religioso.
Si bien su revolucionaria idea fue objetada por cierta parte del clérigo, el obispo Larraín Cotapos defendió el innovador proyecto, al cual se sumaron voces de artistas y personajes de la época, como el acuarelista Gumercindo Oyarzo, quien también era columnista del diario La Discusión.
“Será la Catedral de Chillán templo moderno para el tiempo moderno. Resultado prodigioso de la nueva edad del hierro. De este hierro que mata y del nuevo hierro que unen con la ciencia, la industria y el arte, las armas de los hombres en la misma fe de amor que predicara Cristo”, escribió Oyarzo en el centenario medio, donde describió, además, la envergadura de la megaobra.
“La futura Catedral de Chillán se construirá con parábolas estelares. El arquitecto, al proyectar el futuro templo, pensó en Dios y parece haber buscado sus elementos en la órbita de los mundos siderales que marcan las líneas majestuosas de sus formas. Unió esas curvas, las hizo haces y formó con ellas un puente entre el hombre y el cielo”, fue parte de su relato en la edición del 4 de octubre de 1942 de La Discusión, en la cual planteó su posición tras el inicio de la exhibición de la maqueta con el diseño de la Catedral, la cual se estaba haciendo pública en las oficinas de la antigua Compañía de Teléfonos de Chillán.
LA DISCUSIÓN también fijó su posición respecto del novedoso modelo, y se inclinó hacia valorar la figura planteada por Hernán Larraín Errázuriz.
Imagen característica
El rector de la Catedral de Chillán, padre Patricio Fuentes Benavides, cuenta que siempre la Iglesia Catedral ha sido motivo de peregrinación por los cientos de turistas que llegan cada año a la zona.
“Muchos preguntan por su autor, la arquitectura, los años de construcción. Eso nos confirma que la Catedral de Chillán es un ícono de la ciudad, una imagen característica relacionada tanto a la actividad eclesial, como al patrimonio de Chillán, porque fue construida tras caer la antigua estructura durante el terremoto del 24 de enero de 1939. La nueva construcción se logró gracias al trabajo de monseñor Jorge Larraín Cotapos y de monseñor Eladio Vicuña Aránguiz, a quien le correspondió inaugurarla el 15 de octubre de 1960, y entregarla a la comunidad que la ha valorado durante todas estas décadas”, recordó.
El sacerdote precisa además, que tras ser declarada Monumento Histórico Nacional en diciembre de 2014, la Catedral cobró más valor patrimonial del que ya expresaba.
“La Cruz Monumental es otro de los íconos de esta imagen, porque como cristianos, por medio de la cruz que tiene 36 metros de altura, recordamos a las víctimas que fallecieron ese fatídico día de verano de 1939. Además, esta estructura cuenta con el carillón, el que al anunciar las horas del día, toma como sonido el mismo que presenta hoy el Big Ben de Londres”, explica.
Junto con mural de Alejandro Rubio Dalmati de la entrada, que recrea el nacimiento, anuncio de salvación, pasión, muerte, y resurrección de Jesucristo; el rector añade que dentro del templo, también hay dos espacios visitados: la Capilla del Santísimo Sacramento o El Sagrario; y la Cripta o Mausoleo de los Obispos, donde descansan los restos de los Obispos Martín Rücker Sotomayor, Jorge Larraín Cotapos, Eladio Vicuña Aránguiz, y más recientemente de Alberto Jara Franzoy; y de los presbíteros Desiderio Medina y Vicente Las Casas.