Sin disciplinadas fuerzas que resguarden la convivencia, los derechos y la justicia, Chile se disolvería en el caos. Pero los gobiernos de turno a Carabineros los han reducido al control del orden público y a reprimir manifestantes sin inteligencia. El Estado ha descuidado a la policía de Chile al sólo aprobarles presupuestos sin rendiciones, evaluación ni metas de desarrollo. Al punto que pareciera que el dinero que reciben es para comprarles su favor con el tácito mensaje: gasten, pero no me interesa que Uds. se reformen ni humanicen; sólo cumplan lo formal de la ley, no piensen durante el fragor de la calle, gasten en los itemes de siempre, no hagan innovaciones aparte de la marca en equipos antimotines. Los Carabineros, agentes de la paz social, no pueden más ser usados como “carne de cañón” en los disturbios contra un gobierno. No están para defender los intereses de una elite dominante, sea ésta económica, política o comunicacional. En la última encuesta Cadem, apenas uno de cuatro chilenos confía en su policía. Los gobiernos han sido responsables de esto y de lo más grave: olvidar el foco de que son garantes de la protección ciudadana frente a los excesos de nuestra emocional y veces salvaje naturaleza. Ellos no pueden ser más sinónimo de represión, sino de protección y seguridad constitucional. Pero en su historia, en sus incentivos, en su plan de estudios, a los Carabineros no se les ha capacitado ciudadanamente. Los diversos gobiernos no les han entregado las mejores competencias jurídicas, académicas ni menos las formativas. Porque en la práctica, en cada barrio toda Comisaría debiera funcionar como un refugio legal y social, prácticamente como un micro tribunal constitucional protector de los ciudadanos, de los inocentes, de los desvalidos.
Los gobiernos no se han hecho cargo del hecho que los jóvenes que ingresan al cuerpo policial tienen la misma pobreza cultural, las mismas limitaciones lingüísticas, defectos y virtudes que cualquier muchacho de barriada egresado de 4to. medio. ¿Y qué puede recibir ese muchacho en apenas un año de entrenamiento en una Escuela? Solo instructivos, normas y procedimientos en armas disuasivas; todas destinadas al cerebro y al registro memorístico. Muy pocas al manejo de la voluntad y el autodominio, la gestión de las emociones, y casi nulas en los valores de la cultura, la apreciación artística de la armonía y la belleza. Adolecen de la asignatura esencial : herramientas de gestión de sí mismos y autodiseño para la vida. Por tanto, proponemos un nuevo currículum más allá del puro cognitivismo en todas sus Escuelas. Vale decir un núcleo básico, inspirado en las conquistas de la neurociencias y en lo mejor de la filosofía del discernimiento moral. Un núcleo que gire en torno a cuatro grandes ejes. 1ero. Estructura cerebral de la emotividad humana y de la psiquis. La emotividad del chileno como individuo y como colectivo. Rol de la corteza pre-frontal, el sistema límbico y la amígdala del cerebro. 2do: Gestión de las emociones y el autocontrol. Reglas básicas de la Inteligencia Emocional. Práctica de una “Bitácora de la observación de sí”, aseguradora de la fluidez. 3era.
Estrategias de fomento de la cultura y de la práctica cívica. Metodología para encauzar el descontento, el miedo y la rabia en iniciativas sociales vinculadas al Plan comunal. 4to.: Estrategias culturales y espirituales para la serenidad y la lucidez en medio del caos. Vivencia del “ahora” y suspensión del juicio. Evaluación casuística-experiencial. Análisis de videos de la conducta policial, etc.
¿Demasiado ambicioso para aumentar al menos a dos años la formación básica? De acuerdo, muy ambicioso -hoy ninguna Universidad lo tiene- pero el pueblo chileno se lo merece. Si en el éxito de Carabineros está jugado nada menos que el orden de la patria para que ésta siga siendo patria y matria de todos, si queremos que la Institución sea “del débil el protector” como dice su himno, entonces, no podemos sino pedir lo mejor para Carabineros.