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Ñuble necesita atraer inversiones, como condición estructural para su desarrollo, pero la única forma de ir cortando la cadena que en la actualidad se forma con la pobreza y los bajos salarios es entregando herramientas que les permitan a las personas poder mejorar sus posibilidades de empleo y la calidad de éste.
Desde que Alfred Marshall señaló que “el capital más valioso es el invertido en los seres humanos” se han realizado numerosos trabajos destinados a estimar los beneficios económicos que obtienen las personas gracias a su educación.
Esos beneficios generalmente se miden utilizando la tasa interna de rendimiento que es la que iguala los ingresos diferenciales que proporciona un cierto nivel de educación con la inversión que debe realizarse para alcanzarlo. Los ingresos se obtienen como diferencia entre los del nuevo nivel educativo comparado con los ingresos del anterior a lo largo de un período de tiempo, mientras que la inversión necesaria para obtener ese grado se mide por los costos soportados al cursar esos estudios.
Como es de suponer y en nuestro país está amplia mente demostrado, las tasas de rendimiento social son muy altas para los recursos económicos aplicados a la educación y por lo tanto, si se quiere dar respuesta a cómo superar los bajos ingresos y la desigualdad, los recursos deben aplicarse a la educación.
La mala noticia es que en Ñuble, la sentencia de Marshall ha calado poco profundo y estamos a medio camino en este proceso, como lo confirma el estudio de la Fundación Sol titulado “Los Verdaderos Sueldos de Chile”, cuya última versión fue entregada en diciembre pasado. Es evidente que la baja educación (formación y conocimientos para la competitividad) de los trabajadores de Ñuble explica por qué el 50% gana menos de $420.000 y el 70% menos de $555.000. Igualmente, el estudio constata que los más bajos ingresos se registran en las provincias de Itata y Punilla, donde el 50% de los trabajadores y trabajadoras ganan menos de 402 mil pesos.
Estos números sitúan a Ñuble como la región con menores ingresos del país, situación igualmente mostrada por la Encuesta Casen, donde el ingreso monetario promedio del hogar en Ñuble es también el más bajo de Chile, revelando también una significativa brecha salarial en las dos ramas que concentran la mayor fuerza laboral de la Región, pero menor formación, como son el Comercio y la Agricultura.
Sin embargo, el problema de la precariedad del empleo no solo está asociado con los bajos salarios, sino con la desprotección en materia social, ya que cuando se constata que un 35% de los trabajadores de Ñuble no cuenta con ningún tipo de contrato, lo que queda en evidencia es que esas personas no tienen acceso a cotizaciones de salud, ni previsión, ni seguro de cesantía, y tampoco se rigen por las normas del Código del Trabajo.
Enfrentar la informalidad laboral debe ser también un pilar de cualquier plan de desarrollo económico para la región de Ñuble, pues solo a partir de ahí se puede avanzar en áreas como la capacitación, la productividad y las remuneraciones.