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El perfeccionamiento laboral y la capacitación continua son parte de las exigencias del mundo laboral actual. En la era del conocimiento, a diario ocurren avances y cambios que van dejando atrás lo aprendido, presionando cada vez más para una constante actualización. Es la era de la hiperconectividad, de los desapegos y los constantes cambios.
Esto se vive también en la vida laboral y en el mundo de los negocios. Hacer carrera en una sola empresa donde se ingresaba después de egresar de una universidad o instituto profesional e incluso, sin estudios superiores y donde la experiencia era el principal factor de ascenso, es algo que hoy ha quedado atrás.
Por otra parte, el promedio de permanencia en una empresa es de 1,5 años, lo que significa que un trabajador está mirando otras oportunidades mientras permanece en un determinado puesto, pero como este ejercicio lo hacen muchos, la competencia que se produce en el mercado laboral es mayor, llevando a los profesionales a buscar nuevas y variadas estrategias para seguir vigentes.
Los estudios de posgrado, diplomados, magíster, y doctorados, así como cursos de diferente índole, forman parte de las herramientas de competencia que se requieren para permanecer, ascender o cambiarse dentro del mundo del trabajo, así como para optar a mejoras en las remuneraciones. Existen múltiples ofertas de formación continua, y con diferentes modalidades: presenciales, virtuales, con semestres en el extranjero, en horarios rígidos o flexibles, con mayores o menores exigencias, con focos en la investigación, en el emprendimiento, el desarrollo profesional, etcétera.
Toda esta gama de oportunidades de mejora y actualización de conocimientos, sin embargo, no siempre va asociada a una real mejora de la productividad y del desarrollo y crecimiento del territorio donde se producen. Existe una brecha que hay que analizar entre las ofertas de perfeccionamiento y las reales necesidades del mercado laboral local, lo que en no pocas ocasiones implica que se desaprovechan estos estudios o no se reciba a cambio la compensación económica esperada.
Por una parte, nuestro mercado del trabajo no responde a las expectativas de los profesionales más capacitados, tanto económica como laboralmente. Por otra, la realidad económica y empresarial de Ñuble, centrada principalmente en la explotación de recursos naturales, no presenta grandes oportunidades de expansión si no se innova y crea valor.
Estas nuevas exigencias están siendo captadas por las entidades de educación, para generar una mayor vinculación entre su oferta de posgrados y la demanda de capital humano calificado y así establecer una sinergia productiva que motive a los trabajadores a perfeccionarse en aquello que efectivamente se requiere.
Es urgente poder involucrar al sector privado en este tema. Revelador es que en Chile sólo un 10% de los doctorados trabaje en ese sector; el resto se va del país o está en universidades y centros de estudios que se financian con recursos fiscales, todo lo contrario a lo que ocurre en el mundo desarrollado.
Tener un capital humano más preparado es clave para una zona como la nuestra, que depende mucho de nuevas ideas y de la agregación de valor a sus productos para poder crecer. Si Ñuble quiere algún día ser parte de la sociedad del conocimiento, debe acelerar el paso.