El mundo moderno se estructura bajo parámetros diferentes a antaño. Es la era de lo desechable, de la globalización, de la hiperconectividad, de las redes sociales, de los desapegos y los constantes cambios.
Esto se vive también en la vida laboral y en el mundo de los negocios. Hacer carrera en una sola empresa donde se ingresaba después de egresar de la enseñanza superior e incluso, sin estudios, y donde la experiencia era el principal factor de ascenso, es algo que hoy está quedando atrás.
Las personas se cambian de trabajo varias veces durante su vida laboral, el promedio de permanencia en una empresa es de 1,6 años, lo que significa que un trabajador está mirando otras oportunidades mientras permanece en un determinado puesto de trabajo, pero como este ejercicio lo hacen muchos, la competencia que se produce en el mercado laboral es mayor, llevando a los profesionales a buscar nuevas y variadas estrategias en este “campo de batalla”.
Los estudios de posgrado, así como cursos de diferente índole, forman parte de las herramientas de competencia que se requieren para permanecer, ascender o cambiarse dentro del mundo del trabajo, así como para optar a mejoras en las remuneraciones. De hecho, existen múltiples ofertas de formación continua y con diferentes modalidades: presenciales, virtuales, con semestres en el extranjero, en horarios rígidos o flexibles, con mayores o menores exigencias, con focos en la investigación, en el emprendimiento, el desarrollo profesional, etcétera.
Toda esta gama de oportunidades de mejora y actualización de conocimientos, sin embargo, no siempre van asociados a una real mejora de la productividad. Existe una brecha que hay que analizar entre las ofertas de perfeccionamiento y las reales necesidades del mercado laboral, lo que en ocasiones implica que se desaprovechan estos estudios o no reciben a cambio la compensación económica esperada, si no tienen un real impacto en el mundo empresarial o del trabajo.
Las necesidades de un capital humano más preparado en un mundo global y en una nueva región depende mucho de nuevas ideas y del valor agregado en sus productos para poder crecer y es, sin duda, una realidad que está siendo estudiada por las diferentes casas de estudios superiores de Ñuble, donde se observa una creciente y variada oferta de posgrados.
Lo anterior, sin embargo, no se ha visto reflejado hasta el momento en un impacto significativo para el desarrollo local y la fuga de capital humano calificado es un tema preocupante, que aún no se ha resuelto adecuadamente. Un 51% de los profesionales de Ñuble que emigraron tienen estudios superiores, mientras que quienes llegaron a Ñuble tienen menor educación y exhiben una tasa de pobreza más alta.
Por otra parte, la realidad económica y empresarial, centrada principalmente en la explotación de recursos naturales, no presenta grandes oportunidades de expansión si no se innova y crea valor. Estas nuevas exigencias deben ser planteadas por el mundo laboral hacia las entidades de educación, para generar una mayor vinculación entre la oferta de posgrados y la demanda local de capital humano calificado y así establecer una sinergia productiva que motive a los trabajadores a perfeccionarse en aquello que efectivamente se requiere y donde la empresa esté dispuesta a invertir a futuro.