Campañas y electores

Con el inicio oficial de la propaganda electoral, la democracia chilena ingresa en un nuevo ciclo de debates y definiciones. Desde ayer, candidatos y candidatas presidenciales y parlamentarios tienen autorización para desplegar sus mensajes en medios de comunicación, plataformas digitales y en la vía pública, en un período que se extenderá hasta el 13 de noviembre, tres días antes de las elecciones.
En Ñuble, el tablero ya se mueve. Los equipos de los ocho postulantes a La Moneda y 51 aspirantes a los cinco escaños de la Cámara de Diputados que ofrece nuestra región, comienzan a recorrer comunas, diseñar encuentros y perfilar mensajes. La competencia promete ser intensa, marcada por el desafío de movilizar a un electorado que por primera vez deberá sufragar de manera obligatoria en comicios presidenciales y parlamentarios, en medio de un clima agresivo y bastante polarizado de la comunicación política.
El Servicio Electoral (Servel) publicó también ayer el Padrón Electoral definitivo, documento que fija en 451.851 el número de electores habilitados en Ñuble, un 1,1% más que en las municipales de 2024.
La capital regional concentra el mayor caudal, con 161.737 electores, seguida por San Carlos (48.994) y Chillán Viejo (24.981). Estas tres comunas reúnen más de la mitad de la fuerza electoral del territorio. No obstante, el mapa ofrece matices, pues mientras Chillán y Chillán Viejo crecen sobre el 2% y San Nicolás lidera con un 2,37%, otras comunas rurales como Portezuelo (-3,69%), Cobquecura (-2,82%) y Ninhue (-1,29%) retroceden, reflejo de procesos migratorios internos y del envejecimiento poblacional. El Servel explicó que las variaciones responden a actualizaciones del Registro Civil, defunciones y cambios de domicilio.
El padrón auditado confirma así lo que los censos y diagnósticos sociales vienen señalando: una geografía electoral donde lo urbano gana peso frente a lo rural, lo que no es un detalle estadístico, sino una señal de cómo se reconfigura el poder político local y de cómo se definirán las prioridades de los próximos años.
En paralelo, la apertura del período de propaganda obliga a detenerse en la calidad del debate público. Las campañas se juegan hoy en múltiples tableros (cara a cara en plazas y ferias, las franjas televisivas, las redes sociales, la publicidad digital) y cada formato seduce con sus códigos y sus riesgos. Lo esencial, sin embargo, debería ser la verdad y la transparencia, elevar el estándar de la política, abandonar la desinformación y la consigna vacía para entrar en un terreno donde los electores puedan comparar ideas con claridad.
Con voto obligatorio ya no se puede culpar a la apatía ciudadana si los resultados no son favorables. La responsabilidad de conquistar voluntades recae ahora con más fuerza en los candidatos y candidatas, que deben explicar no solo qué piensan y proponen, sino cómo lo harán. La democracia, en definitiva, se enriquece cuando la ciudadanía vota informada, no arrastrada por slogans ni por campañas millonarias.
En Ñuble, en tanto, habrá que mirar con atención los cambios en la composición de su padrón electoral, el efecto de su concentración en cuatro ciudades y el retroceso en comunas más pequeñas que podría condenarlas a la invisibilidad política.