El editorial de La Discusión del día 15 de octubre, razonablemente manifiesta su preocupación por el Plan Regulador de la comuna de Chillán y su necesaria modificación. Pone el acento en el tono de la discusión sobre este instrumento y sus definiciones, la que suele darse en blanco y negro, sin dejar espacio a soluciones que compatibilicen la densificación del casco histórico con la preservación del patrimonio y la escala humana que caracteriza a la ciudad.
La demora en enfrentar dicha modificación estaría sujeta a la aprobación del Plan regulador Intercomunal de Chillán-Chillán Viejo (PRICH), el que fue observado por segunda vez por la Contraloría.
Cabe recordar que el actual Plan Regulador fue concebido bajo una sola mirada, la del desarrollo inmobiliario, dejando alturas ilimitadas en el casco histórico y baja densidad en la periferia, lo que ha provocado graves trastornos en la trama urbana, pues tiene un efecto perverso, por un lado incentiva la construcción de micro departamentos en el centro de la ciudad, lo que en el corto plazo genera objetivamente un sinnúmero de problemas y por otro, no frena la expansión descontrolada a baja altura en la periferia. Como consecuencia de ello, la especulación del valor del suelo está teniendo como resultante la destrucción de casas en el casco histórico, para transformar los predios en playas de estacionamiento, en espera de que llegue una buena oferta de compra del terreno.
Si bien es cierto que la modificación del Plan Regulador Comunal (PRC) para toda la ciudad debe ser acometido una vez aprobado el PRICH, esta es una visión parcial del tema, porque solo opera en el caso que se quiera dar inicio a un proceso largo y complejo, como es la modificación integral del PRC y, por lo tanto, igual puede llegar tarde a la solución de los problemas que afectan a la ciudad, como es la situación que hoy enfrenta la casa Museo de Gonzalo Rojas, entre otros tantos inmuebles patrimoniales de la capital regional.
Sin embargo, hay una alternativa a corto plazo y que depende de la voluntad política. Esta es una modificación parcial del plan regulador, no sustantiva y con un fin específico, como lo sería la modificación exclusiva y en el corto plazo, de las alturas en el casco histórico, lo que sentaría las bases para una densificación de la periferia y de los centros de las manzanas, según una razonable y muy interesante propuesta del estudio del eje cívico que está elaborando el MOP.
Esta modificación depende de la voluntad política y permitiría solicitar al MINVU el congelamiento temporal de los permisos de edificación una vez que esté elaborado el anteproyecto, a fin de evitar la especulación a última hora del valor del suelo.
Por ser parcial y no sustantiva dicha modificación, no requiere estudio de impacto ambiental ni compromete al resto de la ciudad, lo que acorta sustantivamente los plazos, que pueden llegar a seis meses y menos aún.
Por este procedimiento es posible desmarcarse del largo tiempo que suele acompañar a las modificaciones integrales de los planes reguladores, muy complejas y sujetas a la burocracia propia de estos procesos.
Es urgente frenar la destrucción de bienes patrimoniales, prevenir la proliferación de guettos verticales, evitar seguir hipotecando los valores ambientales y la calidad urbana de la ciudad. Las decisiones en este caso son politécnicas y para ello una vez más cobra valor el aforismo que dice que es posible caminar y mascar chicle a la vez, solo que depende de la voluntad de los caminantes.