Los clusters o “brotes familiares” de Covid-19 han marcado las cifras de la pandemia en la región de Ñuble, que hasta ahora supera los 3 mil casos acumulados y suma 62 personas que han perdido la vida en su lucha contra el virus.
En los últimos días, los focos de contagio en localidades como Rucapequén, Tanilvoro y Tres Esquinas de Bulnes han engrosado los últimos reportes entregados por el Ministerio de Salud, lo que encendió las alarmas a nivel local, donde las autoridades, con especial énfasis en la capital de Diguillín, han impulsado testeos masivos de PCR para detectar posibles casos asintomáticos y frenar la propagación del coronavirus.
Pero no solo en el presente la infección ha golpeado a nivel familiar, a fines de marzo la chillaneja Pilar Vildósola vivió una experiencia dolorosa, no solo en el plano físico por permanecer hospitalizada a causa del virus, sino también en lo emocional, ya que la enfermedad se llevó a su tía y puso en riesgo la vida de su hijo, de 22 años, quien permaneció casi una semana en condición crítica.
La profesora de Biología del Colegio Concepción permaneció ocho días internada, entre marzo y abril, en la clínica Chillán tras contagiarse, cree, en la unidad de Emergencia del Hospital de Chillán, donde asistió junto a dos tías, ya que una de ellas presentaba complicaciones de salud derivadas de un cáncer al pulmón, por lo que requería atención.
“El 14 de marzo estuve en el hospital con una tía mayor que llegó por otras complicaciones y fuimos con ella a Urgencia. Estaba recién empezando esto y en el hospital tampoco tenían medidas de protección, de hecho estuve justo cuando llegaron estos jóvenes del gimnasio a realizarse el examen, después supe que eran ellos. Estuve muchas horas ahí, entonces, la carga viral fue alta y andaba con otra tía que lamentablemente falleció producto del Covid. Estuvo en la UCI 40 días entubada, lo peor de todo, es que ella se estaba recuperando. Ella fue la primera confirmada de mi familia, con quien había tenido contacto estrecho”, relata.
Pilar recuerda que durante una semana presentó diversos síntomas derivados del Covid-19 como dolor de cabeza, fiebre, malestar general, vómitos, pérdida del olfato y del gusto. Incluso en un momento determinado sintió dificultades para respirar. En ese entonces, pensaba que era una bronquitis obstructiva, pero su estado comenzó a empeorar, por lo que tuvo que llegar a la clínica el 29 de marzo, donde más tarde un scanner arrojó que tenía neumonía.
“De inmediato me otorgaron el tratamiento para las complicaciones del virus, era hidroxicloroquina que usan harto, azitromicina y también otro antibiótico endovenoso. Lo más complicado fue la hidroxicloroquina, porque produce arritmia y algunos problemas cardíacos. Todos los días me hicieron un electrocardiograma para ir controlando las dosis y ver que no produjera efectos secundarios”, indica.
Si bien Pilar reconoce que presentó una evolución favorable, pese a sus antecedentes de asma y diabetes, también sintió miedo y angustia, ya que mientras ella respondía bien al tratamiento, el virus atacó con mayor gravedad a uno de sus tres hijos, quien no presentaba enfermedades de base.
“Los parámetros fueron mejorando, pero cuando yo estuve hospitalizada, mi hijo mayor se sentía mal en la casa. Estaba con fiebre, tomando paracetamol y la fiebre no le bajaba”, dice.
“A él lo hospitalizan un viernes de abril, pero en la UTI de la clínica, porque estaba más complicado que yo, y pasaron varios días. De hecho, llegó con 39,5 grados de fiebre, y sus exámenes resultaron muy alterados, por lo que la angustia fue mayor para mi. Alcanzó a estar 6 días, el médico me dijo que por lo joven su recuperación fue más rápida”, detalla.
Los primeros meses de la emergencia sanitaria difícilmente serán borrados de la memoria de Pilar, quien revela que vivió una experiencia fuerte en lo emocional, en su combate contra el virus y en el último adiós que dio a una de las integrantes de su clan familiar, quien pese a mostrar algunos signos de mejoría durante su hospitalización finalmente no resistió.
“Uno teme, porque los médicos no te pueden dar certezas. Cuando llegué había personas que llegaron mejor que yo, y luego empeoraron. Esta enfermedad es súper rara, uno puede pensar que no va volver. (…) Hay un miedo, una angustia a lo desconocido, de hecho todavía estoy preocupada, porque no se sabe qué efectos a largo plazo puede provocar. En la última radiografía apareció que mis pulmones están mejor, porque la neumonía igual deja lesiones, que pueden durar varios meses, dependiendo de la persona”, manifiesta.
Tras lo vivido, Pilar lamenta que la enfermedad no se tome con la suficiente seriedad y se descuiden las medidas necesarias para evitar el contagio.
“Cuando miro en la televisión veo que la gente no tiene consciencia y anda en la calle haciendo cosas que no son importantes, exponiéndose de esa forma. Uno que lo vivió de cerca, está clara de que no es un juego ni un invento. Para nosotros como familia ha sido súper fuerte, y hemos sentido lo desagradable de los síntomas. Todos estamos expuestos”, expresa.
Contagio familiar
En el centro de la comuna de Quirihue vive Tabita Torres junto a sus dos hijos, de 4 y 12 años, su pareja y su padre. El clan familiar padeció los efectos del coronavirus el pasado mes de mayo, enfermedad que en un principio pensaron se trataba de un resfriado común.
“Me empecé a sentir mal, me ahogaba, me dolía la espalda, no tenía olfato, pensé que era un resfriado y mi papá estaba igual. Tomábamos cosas para el resfriado y un día fue tanto el dolor de pecho y harta tos que me fui al hospital y ahí me hicieron el examen el 8 de mayo, y al día siguiente me llamaron diciendo que había dado positivo. El domingo 10 de mayo, Día de la Madre, vinieron en la mañana a hacerle el examen a toda la familia y en la noche nos avisaron que estábamos todos contagiados”, recuerda.
Desconoce cuándo o dónde contrajo el virus, cree que pudo haber sido en un supermercado de la comuna o capaz algún cliente que fue a retirar los encargos.
“Cuando pasó esto de la pandemia suspendieron las ferias libres, por lo que tuve que trabajar desde mi casa, pero tampoco venía gente, solo a retirar los llaveros para el día de la mamá, a lo mejor pudo haber venido alguien contagiado, no sé”, relata.
De sus familiares, su papá, de 67 años, fue quien resultó más complicado, pues por una neumonía debió permanecer una semana en la unidad de cuidados intensivos del Hospital de Chillán. Mientras que el resto de los integrantes presentó síntomas leves como fiebre y dolor de cabeza y en el cuerpo.
“A mi papá ese mismo día que lo confirmaron con Covid se lo llevaron al hospital y estuvo una semana en la UCI de Chillán, le dio neumonía. Nosotros no podíamos hacer nada, ni salir a verlo porque estábamos en cuarentena, y mi mamá, mi hermana y mi sobrina, que viven en San Carlos, tampoco podían ir porque también estaban contagiadas” explica Tabita.
Su progenitor fue uno de los 121 pacientes (75 hombres y 46 mujeres) que han ingresado por Covid-19 a la UCI del Herminda Martín.
18 días duró la cuarentena obligatoria, y durante ese tiempo amistades fueron de ayuda para abastecerlos de insumos o alimentos necesarios. Lamenta que también hubo personas que trataron de causarle daño.
“Soy super conocida en en la comuna, se supone que esta información de los contagios es privada pero el día domingo ya todo Quirihue sabía que estábamos contagiados. No faltó la persona que hizo un grupo de WhatsApp diciendo que yo había ido a Santiago a buscar libros y allá me había contagiado, pero eso es falso. Lo veo como que hizo hacer algo mal y al final no le salió bien, porque mis amistades me traían cosas a la reja, yogurt y cosas para los chiquillos y ahí la gente se portó super bien conmigo”, destaca.
También resalta la colaboración brindada por el municipio, que realizó un seguimiento diario a través de los funcionarios y una psicóloga que consultaba su estado anímico. “Al principio lloraba mucho porque uno ve tantas cosas en la tele y me preocupaba por mis hijos, pero salimos bien de esto”, dice.
Tras superar el Covid-19, la familia mantiene las medidas preventivas y evita salir de la vivienda. Tabita confiesa que uno de las grandes consecuencias de esta pandemia es la caída de los ingresos.
“Mi pareja está cesante, es maestro de construcción pero está sin trabajo. Me he ido dando vuelta con los bonos porque otra entrada por ahora no hay. No hay feria libre, no se puede hacer mucho, uno trata de vender por Facebook pero está mala la pega. Hace como una semana me llegó la caja del gobierno”, agrega.
Invita a la ciudadanía a ser responsable e implementar las medidas de seguridad e higiene para evitar contagios. “No sé si hay gente que aún no cree en el coronavirus, yo era una de las personas que no creía en la pandemia, pero cuando a uno le toca ahí uno cree y hace el llamado a la gente a que se cuide, porque es mucho más fuerte que un simple resfriado”, resalta.
Texto: Susana Núñez / María Antonieta Meleán
Foto: Agencia Uno