Señor Director:
Es distinto cuando un ciudadano pide una ayuda al Estado, que cuando exige lo que en derecho le corresponde, es decir, lo que el Estado está en su obligación de garantizarle. En la profundidad de este ejercicio está la diferencia, y es que el Estado, al declararse subsidiario, sólo opera bajo la lógica de que cuando el mercado no puede otorgar el acceso a los bienes y/o servicios a las personas, ahí recién sale en su auxilio. Sin embargo, un Estado debiera por derecho, garantizar los bienes y servicios esenciales que requiere su población, y en consecuencia el mercado sólo complementar y/o establecer el accesos a bienes y/o servicios secundarios no esenciales.
Hemos caído, entonces, en lo que se denomina el clientelismo de Estado, donde el sujeto carente pasa a transformarse de un ciudadano a un cliente, generándose una relación desigual, pudiendo acceder a un préstamo estatal en cómodas cuotas, a cambio de mantener la fidelidad ante el gobierno de turno.
César Arellano
Académico de la Escuela de Trabajo Social UTEM