La Región de Ñuble posee áreas de alto valor ambiental, con especies que son consideradas escasas o prácticamente ausentes en el resto del país. Además, en una zona que es esencialmente productiva, la flora nativa cumple una importante función protectora de cuencas.
Un completo trabajo realizado por la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad de Concepción confirma que ésta es una de las zonas más ricas del mundo en biodiversidad vegetal, pero también que tiene una alta vulnerabilidad producto de las transformaciones que imponen actividades económicas como el monocultivo de plantaciones exóticas y la creciente actividad de explotación energética.
El estudio consideró la cordillera de San Fabián de Alico, las cuencas superiores de los ríos Diguillín y Cholguán y el cerro Cayumanque. En él se identifican los territorios que actualmente están siendo impactados negativamente en su composición, especialmente por factores humanos y la conclusión es que en los últimos 25 años se ha perdido el 35% de la superficie de bosque nativo.
Pese a lo deprimente del cuadro, los investigadores entregan un dato relevante y positivo, como es que el estado de conservación de estos ecosistemas no es crítico, sino bastante aceptable, lo cual ha sido reconocido a nivel internacional por la Unesco al declarar a la cordillera de Ñuble como Reserva de la Biósfera.
La referencia, sin embargo, resulta tan acertada como reveladora de la levedad de los instrumentos legales que posee el Estado para la conservación de áreas silvestres de alto valor, ya que del aplauso y entusiasmo inicial por su reconocimiento en 2011 queda muy poco, y en la práctica, las 565 mil hectáreas distribuidas en la zona cordillerana de las provincias de Bío Bío y Ñuble no cuenta con un régimen de protección legal específico, salvo las zonas incluidas en el parque nacional Laguna del Laja y en la reserva nacional Ñuble. El resto del corredor podría ser explotado sin ninguna restricción específica y es aquí donde cobran especial relevancia las nuevas competencias legales que tiene el Gobernador Regional, entre ellas, la de elaborar un plan regional de ordenamiento territorial para lograr que estos sectores sean debidamente protegidos. Es lo que esperan agrupaciones de la sociedad civil y estudiosos de la temática ambiental, que han sugerido que estos territorios sean declarados como reservas o parques nacionales.
Habrá que seguir con atención las señales que las nuevas autoridades darán en esta materia y el lugar que ocuparán los programas de conservación en la política ambiental de los próximos cuatro años. Hasta ahora hemos escuchado positivas declaraciones de intenciones, pero que no servirán de nada si no van acompañadas de recursos y una planificación para su adecuada gestión.
Todas las personas con conciencia ambiental esperan que la Región de Ñuble sepa estar a la altura de la enorme responsabilidad que significa tener áreas con una biodiversidad única en Chile y que es también un privilegio, por lo tanto, el llamado es a adoptar las medidas tendientes a darles una efectiva protección. De lo contrario, perderemos la oportunidad de preservar estos valiosos ecosistemas para las futuras generaciones.