Señor Director:
Se estima que, a nivel mundial, el consumo de bebidas energéticas en estudiantes universitarios es del 42,9%. Los principales motivos son estudiar para exámenes, permanecer despierto en actividades recreativas, aumentar el rendimiento en actividades físicas o deportivas, entre otros. ¿Estos jóvenes conocerán los efectos negativos asociados a su consumo? Se han identificado alteraciones en la salud física, como elevación de la presión arterial y la frecuencia cardíaca, los cuales representan factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares en el futuro. Destacan también efectos en la salud mental, con mayor riesgo de presentar alteraciones del sueño, irritabilidad, impulsividad, ansiedad, estrés, depresión. Sumado a lo anterior, las bebidas energéticas se han asociado a mayor riesgo de consumir alcohol, tabaco y drogas, generando deterioro de la percepción, debilidad, cefalea, aumento de conductas violentas y hábitos alimentarios deficientes.
Todo lo anterior lleva a los estudiantes a tener un bajo rendimiento académico, lo cual resulta contradictorio. Debemos incentivar la detección del consumo de riesgo y recomendar alternativas para lograr los mismos objetivos como manejo efectivo del tiempo, talleres sobre hábitos de estudio, alimentación saludable, etc. Debemos generar conciencia de que, como en todas las comidas y actividades, el exceso no es recomendable, pues, sumado a los efectos en la salud física, existe riesgo de producir alteraciones en la salud mental, aspecto que se ha visto deteriorado especialmente en los últimos años.
Mg. Natalia Aguayo-Verdugo
Académica de Enfermería USS