Señor Director:
Por años miré con asombro cómo nuestros países vecinos tomaban malas decisiones y elegían a personas, claramente no preparadas para el cargo, pero que hacían promesas grandilocuentes e incumplibles. “Bananeros”, pensaba yo, pero lo único que nos separaba de ellos es que la mayoría de nuestra masa electoral ya había caído en esta trampa años atrás y no estaban dispuestos a vivir en la miseria nuevamente.
Hoy, con una mayoría de votantes jóvenes, nuestra realidad no es distinta a la de nuestros vecinos, bien llamados por mí, “bananeros”.
Eugenio Santander