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En su último estudio titulado “Los Verdaderos Sueldos de Chile: Panorama actual del valor de la Fuerza de Trabajo”, investigadores y economistas de la Fundación Sol concluyen que en Ñuble el valor del trabajo es el más bajo del país. La investigación revela que en la región se observa un atraso salarial más profundo, ya que el 70% de las y los ocupados percibe salarios cercanos o inferiores a $600 mil.
A esa preocupante brecha se suma además el rezago salarial que se observa en las provincias de Itata y Punilla respecto de Diguillín, que incluye a la comuna de Chillán y que concentra el 70% de la población regional.
En efecto, a partir de los salarios imponibles promedio por actividad económica y provincia, se puede concluir que tanto Itata como Punilla muestran un evidente rezago salarial en casi todos los sectores, como comercio, industria, transporte y administración pública, incluso, en agricultura.
Lo anterior demanda una necesaria discusión sobre el riesgo de replicar las inequidades que se observan a nivel nacional y que fue uno de los argumentos que se esgrimieron para defender la creación de la Región de Ñuble, una discusión que es muy oportuna en esta etapa en que la región ha identificado las áreas prioritarias que se potenciarán desde las políticas públicas y el modelo de desarrollo a seguir.
Como factores en común del rezago salarial de Itata y Punilla se pueden mencionar la escasa diversificación de su matriz productiva y baja agregación de valor de su producción, lo que está asociado a una menor calificación de su capital humano, ya que sus principales actividades económicas están orientadas a labores extractivas, como los sectores agropecuario y forestal, con un menor protagonismo de la industria y los servicios, a diferencia de lo que ocurre en Diguillín. En ese sentido, la mayor densidad poblacional de Diguillín ha favorecido el desarrollo del comercio y los servicios.
Y es que tal como lo plantean los expertos, los centros urbanos densamente poblados, como Chillán, tienen mayor actividad económica, lo que se debe principalmente a que la concentración potencia fenómenos como las economías de escala y de aglomeración, y en consecuencia, dicho crecimiento se traspasa en parte a mayores salarios.
Conviene precisar, sin embargo, que en el caso de Punilla se advierte que la actividad agrícola orientada a la exportación y el potencial de desarrollo del sector agroindustrial generan una gran diferencia respecto de Itata, donde predomina una agricultura de subsistencia y de secano, además de deficiencias graves en materia de infraestructura pública, conectividad y acceso a servicios, que le valieron, entre otras razones, la declaración de Zona de Rezago hace casi una década.
A partir de esta constatación es que resulta fundamental trabajar por reducir las brechas salariales, nivelando hacia arriba, esto es, promoviendo desde el sector público estrategias que apunten a diversificar la matriz productiva con una perspectiva de innovación, agregación de valor y sustentabilidad, para lo cual es clave elevar la calificación del capital humano y generar las condiciones que favorezcan inversiones en rubros competitivos.