Siempre es una buena noticia la reducción del desempleo, porque supone un mejoramiento de los ingresos de las familias. En el caso de la Región de Ñuble, la tasa para el primer trimestre del año fue de 5,5%, la cifra más baja de los últimos tres años, lo que generó satisfacción en el Gobierno, no obstante, para los expertos se trata de una situación coyuntural que además de explicarse por factores estacionales, tiene que ver con una brusca caída de la fuerza laboral.
La fuerza de trabajo, también definida como población económicamente activa, corresponde a todas las personas mayores de 15 años que están ocupadas y aquellas que buscan un empleo. Por lo tanto, quedan fuera de este grupo todos aquellos mayores de 15 años que no tienen interés por trabajar, por ejemplo, una fracción importante de los estudiantes, las dueñas de casa y los pensionados.
En enero-marzo, la fuerza laboral se contrajo 0,9% en comparación con igual periodo de 2018, al pasar de 239.510 personas, a 237.250; mientras que los ocupados aumentaron 0,7%, es decir, 1.530 personas.
Si se observa el factor demográfico (gente que se incorpora a la fuerza de trabajo), el desempleo aumentó en una cantidad superior a la creación de empleos (3.630 personas versus 1.890 personas). Es decir, la situación del mercado laboral en la Región sigue siendo precaria y la creación de empleos es insuficiente para contener el desempleo demográfico.
Paradójicamente, el mismo argumento esgrimido durante buena parte del año por las autoridades para explicar las altas tasas de desocupación en la región, hoy son el principal factor para explicar el espejismo del bajo desempleo en Ñuble. Conviene, entonces, tratar de entender por qué se ha reducido la fuerza de trabajo en Ñuble y por qué ha aumentado la población fuera de la fuerza de trabajo. Una de las explicaciones mencionadas por los expertos se encuentra en las menores expectativas en el mercado laboral. Cuando las personas no encuentran los empleos en el nivel de calidad que esperan, es normal que salgan del mercado laboral.
Igualmente, persiste la migración de mano de obra hacia otras zonas del país donde existen mejores oportunidades laborales y salarios más elevados. Sobre la base de dicho factor, resulta preocupante que la zona no sea capaz de retener a su capital humano, principalmente al más calificado, lo que da cuenta del rezago económico de Ñuble, en un escenario de crecimiento de otras regiones del país.
Esta disparidad en las velocidades de crecimiento con el resto del país, que se traduce en aspectos como el nivel de remuneraciones, también opera como un círculo vicioso, pues al no existir incentivos para la radicación de profesionales en la zona, se reduce el nivel potencial de emprendimientos, lo que equivale a limitar las posibilidades de generar nuevos y mejores empleos.
Puede resultar apresurado, entonces, celebrar los bajos índices de desocupación en Ñuble, cuando además del dinamismo de algunos sectores, existen factores que están ocultos y que advierten de un grave problema estructural.