Ocho meses han pasado desde que el cobro electrónico comenzó a funcionar de manera oficial en todo el transporte público de Chillán y Chillán Viejo, dejando buenas sensaciones entre los usuarios, las autoridades y los propios operadores. En total, se han concretado 9 millones de viajes. Una cifra que considera todos los cobros hechos, tanto con la tarjeta, como con la aplicación Bipay.
“Esto permite incentivar a las personas para que usen intensamente el transporte público, como lo están haciendo los chillanejos y chillanejas en estos ocho meses en que está en funcionamiento este recaudo electrónico, permitiendo así tener muy buenos números con una muy baja evasión y aportando a que siga creciendo nuestro transporte público”, destacó en su reciente visita a la ciudad el subsecretario de Transportes, Jorge Daza.
El balance general es positivo, lo que ha alentado la incorporación de otros adelantos. Uno de ellos es el de paraderos inteligentes, anunciado por el propio subsecretario, el pasado viernes.
La autoridad también destacó que esperan en un futuro implementar nuevos métodos de pago mediante tarjetas bancarias u otras aplicaciones, tal como ya se hace en Santiago.
La noticia ha generado diversas reacciones entre los usuarios, quienes apuntan como necesidades más urgentes de la locomoción colectiva mayor: la renovación de las máquinas -un proceso que ya comenzó, aunque de manera acotada-, el aumento de las frecuencias y extensión de los horarios de cobertura del servicio, la ampliación de recorridos a zonas de rápido crecimiento y la reducción de los tiempos de viaje. Y es que precisamente las deficiencias descritas son las que favorecen el uso de otros medios de transporte en Chillán, como el colectivo.
Lamentablemente para Chillán, los bajos niveles de eficiencia de los microbuses no sólo les cede espacio a los colectivos, sino que también constituye un incentivo al uso del vehículo particular, el principal factor de la congestión en la intercomuna. No hay duda de que, si la urbe contara con un sistema de transporte público moderno, ordenado, rápido y de gran cobertura, se masificaría el uso de microbuses, lo que contribuiría decididamente a reducir la congestión en el centro.
Con el aumento explosivo del parque automotor en la ciudad, los chillanejos no pueden esperar que las calles crezcan a la misma velocidad, una política que, de hecho, no constituye una solución viable desde la perspectiva de las ciudades inteligentes, donde se privilegia la eficiencia y la sustentabilidad en el transporte, vale decir, se promueve el transporte público no contaminante y otros medios limpios, como la bicicleta y el tren, y por otro lado, se desincentiva el uso del automóvil.
Es tiempo de tomarse en serio el desafío de contar con un transporte público moderno, eficiente y sustentable, con buses eléctricos que aprovechen las tecnologías para ofrecer una mejor calidad de servicio, tal como se está implementando en Santiago, también con subsidios del Estado.